Triunfo por paisanaje de Román en tarde de percances en Valencia

  • El joven diestro Román Collado, que se presentaba como matador en su ciudad, fue premiado hoy con dos generosas orejas que le abrieron la puerta grande de la plaza de Valencia al final del sexto festejo de la feria de Julio, en el que resultaron lesionados o heridos dos de sus banderilleros.

Paco Aguado

Valencia, 26 jul.- El joven diestro Román Collado, que se presentaba como matador en su ciudad, fue premiado hoy con dos generosas orejas que le abrieron la puerta grande de la plaza de Valencia al final del sexto festejo de la feria de Julio, en el que resultaron lesionados o heridos dos de sus banderilleros.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Núñez del Cuvillo, de desigual presencia: con mejores y más finas hechuras los tres primeros, de mayor movilidad y clase, y con más volumen y peso los últimos, deslucidos y bajos de raza.

Sebastián Castella: estocada trasera y caída (silencio); y estocada caída y tendida (ovación).

Daniel Luque: estocada atravesada (ovación tras dos avisos); y estocada caída y trasera, y descabello (silencio).

Román Collado: estocada baja (oreja tras aviso); y pinchazo, y estocada caída y trasera (oreja). Salió a hombros.

El banderillero César Fernández, cogido por el tercero, fue atendido en la enfermería de "una contusión en el hueso sacro, con probable afectación del nervio ciático y pérdida de movilidad de la pierna izquierda. Fue trasladado a la Clínica La Fe para nuevos estudios médicos".

Y en un par de banderillas, Miguel Ángel García resultó cogido por el sexto, que le infirió "una cornada en el tercio medio del muslo izquierdo con rotura y destrozo de fibras musculares del vasto interno, sin afectación arterial ni venosa, de pronóstico reservado".

La plaza tuvo algo más de un cuarto de entrada en tarde de viento racheado.

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GENEROSIDAD VALENCIANA

Se presentaba hoy como matador de toros en su tierra el joven Román Collado, una de las últimas esperanzas de la afición valenciana. Y fue el cariño de sus paisanos, más que sus méritos en el ruedo, lo que le llevó a salir finalmente a hombros de la plaza después de cortar dos orejas pedidas y concedidas con mucha generosidad.

En ese contexto amable y localista hay que encuadrar un triunfo que además se vio empañado por los dos percances que sufrieron dos de los banderilleros de su cuadrilla: César Fernández, con una fuerte contusión en el sacro, y Miguel Ángel García, con una cornada en el muslo izquierdo.

El percance de Fernández se produjo en la lidia del tercero de la tarde, un toro con cierta aspereza que zarandeó al banderillero cuando éste perdió pie durante la brega. Aun así, el subalterno continuó en el ruedo hasta rematar su labor.

Con la muleta, Román tuvo que hacer luego un mayor esfuerzo que el que pedía ese toro, básicamente por sus errores de colocación y su imprecisión en los cites y en el manejo de los engaños, lo que acrecentó los posibles defectos del animal

De todas formas, no volvió nunca la cara el joven espada valenciano, que llegó a sufrir también una aparatosa voltereta cuando en uno de los pases se quedó descolocado y a merced del toro de Cuvillo. Y a pesar de que lo mató de una estocada baja, sus paisanos le quisieron premiar con una oreja tanto o mas generosa que la que le dieron en el sexto.

Este último toro, voluminoso y basto, prendió en banderillas a Miguel Ángel García y llegó a la muleta con poco gas y una sosa nobleza que Román aprovechó en un compuesto y templado inicio de faena y en un remate final por circulares. Entre medias, hubo más empeño que brillantez. Y, como punto final, otra estocada defectuosa.

Los mejores momentos de la actuación de Daniel Luque los firmó con la capa ante los dos de su lote. Tanto al segundo, que tuvo nobleza y cierta clase, como al después desfondado quinto los cuajó el sevillano a la verónica, moviendo los vuelos con gusto y delicadeza, para así ganarles terreno hasta los medios.

Luego, sus faenas de muleta fueron sendos ejercicios de puro oficio, sin exigir mucho a un primero de poca chispa pero que tuvo mejores prestaciones cuando iba más sometido, y sin perder demasiado el tiempo con un quinto que agotó su poco celo a marchas forzadas.

Por su parte, Sebastián Castella le hizo un extraño e incoherente planteamiento de faena al primero, un toro flojo de remos pero con clase en las embestidas pero al que técnicamente le hizo pocas cosas a favor.

Tampoco estuvo el francés muy sutil con el cuarto, un castaño desrazado y a menos con el que también insistió más de la cuenta y sin eco alguno en el tendido.

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