Valencia regala la puerta grande a Vicente Barrera en su despedida

  • Vicente Barrera salió por la puerta grande en el día de su despedida del coso valenciano, al regalarle el público (y el palco) las dos orejas del cuarto, un ejemplar con el que ofreció solo algunos destellos de su toreo y al que mató bien, pero cuya lidia no mereció tamaño premio.

Jordi Ferrer

Valencia, 21 jul.- Vicente Barrera salió por la puerta grande en el día de su despedida del coso valenciano, al regalarle el público (y el palco) las dos orejas del cuarto, un ejemplar con el que ofreció solo algunos destellos de su toreo y al que mató bien, pero cuya lidia no mereció tamaño premio.

FICHA DEL FESTEJO.- Se lidiaron seis ejemplares de la ganadería sevillana de Juan Pedro Domecq serios, bien presentados y variados de capa, aunque muy escasos de fuerza.

Vicente Barrera: media estocada (silencio); y estocada (dos orejas).

Manuel Jesús "El Cid": estocada (oreja); y pinchazo, estocada y descabello (palmas)

Daniel Luque: estocada trasera (palmas); y estocada casi entera (palmas).

El banderillero José Manuel Fernández "Alcalareño" se desmonteró tras banderillear al segundo.

La plaza registró media entrada en tarde soleada y con viento.

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La puerta grande para Vicente Barrera fue la anécdota emotiva de una tarde marcada por el escaso fuelle de unos 'juanpedros' que prometieron demasiado, con unas buenas arrancadas desde la distancia y cierta codicia en los primeros compases de la lidia, pero que se apagaron en un abrir y cerrar de ojos e impidieron el lucimiento.

Solo El Cid disfrutó de un lote con cierta movilidad, el único que se pudo salvar del encierro fue el segundo, al que cortó una oreja, y se podría decir incluso que dejó escapar el triunfo al fallar con el acero en el quinto.

El diestro sevillano citó de lejos a "Vaya-tío", el primero que le correspondió en suerte, y toreó con gusto sobre la mano derecha prácticamente en el centro del ruedo.

A pesar de las grandes distancias, el toro acudía a la muleta encelado, humillaba y repetía con cierta frescura, pero no se produjo un acople total hasta la tercera tanda de derechazos.

El trasteo por el pitón izquierdo, sin ser brillante, fue profundo y de gran templanza, pero el astado se refugió muy pronto en tablas y la faena se desmoronó dejando un sabor agridulce en un tendido que, aun así, concedió la oreja.

Con el quinto, ejemplar jabonero y el de menos peso del encierro, el de Salteras trató de domar una embestida molesta dejando la tela en el hocico de su enemigo. Logró algunos pases de mérito, pero sin demasiada hondura, y trató de alimentar el tono festivo de la tarde toreando en redondo. Hubiera logrado acompañar a Barrera por la puerta grande de no fallar con el acero.

La última tarde de Barrera en su plaza (ha anunciado su retirada al final de la presente campaña) seguramente no fue la soñada por el propio matador, aunque el público hizo todo lo que pudo porque así fuese.

El valenciano, que lució un curioso terno blanco y azabache, fue ovacionado tras el paseíllo y puso voluntad en sus intervenciones, pero su primero anduvo muy flojo de extremidades, reservón y desentendido de la pelea.

Algo más transmitió el cuarto, con el que Barrera se entregó en el capote y al que quiso torear frente a los tendidos de sol.

Algunas manoletinas y un par de derechazos con su particular compostura vertical y relajada bastaron al respetable para "agradecer" al matador local su trayectoria.

Daniel Luque mostró una excelente disposición y entrega. Anduvo muy voluntarioso desde el principio y con ambos toros, pero quizá careció de "mano" o experiencia para aprovechar las escasas fuerzas de sus enemigos.

El diestro de Gerena (Sevilla) ofreció, sin embargo, los pellizcos más toreros de la tarde en el inicio de la faena de muleta al tercero, al que llevó a dos manos hasta los medios, y en el saludo de capa al que cerró plaza.

Lo intentó todo, y prácticamente se echó sobre las defensas de sus oponentes para tratar de exprimir algún pase más, pero algunos enganchones en el inicio del trasteo y la escasez de fuerzas de sus toros, que se quedaban a medio viaje, deslucieron su actuación.

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