ALASKA NO EMITE MÁS METANO PESE AL CALENTAMIENTO DEL ÁRTICO

Tres décadas de análisis del aire en Alaska (Estados Unidos) muestran pocos cambios en las emisiones atmosféricas a largo plazo de metano, un potente gas de efecto invernadero que equivale a 28 veces la influencia climática del dióxido de carbono (CO2) en una escala de 100 años, pese al calentamiento significativo del Ártico durante este periodo de tiempo.
Así se desprende de un estudio realizado por investigadores estadounidenses del Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado en Boulder, la NOAA (Admnistración Nacional Atmosférica y Oceánica) y la NASA, que examinaron 29 años de mediciones de los niveles de metano atmosférico y otros gases desde el observatorio de Barrow (Alaska).
El estudio, publicado en la revista ‘Geophysical Research Letters’, de la Unión Americana de Geofísica, indica que el permafrost del Ártico, una gruesa capa de tierra congelada que rodea la región, contiene 2,5 veces más carbono del emitido desde los albores de la Revolución Industrial. A medida que se calienta esta área del planeta, el carbono se libera del hielo del permafrost.
Los científicos necesitan saber dónde irá ese carbono y qué forma tomará. Esto se ha vuelto más crucial desde que el Ártico está calentándose más rápido que otras regiones de la Tierra, con pérdidas en la cobertura de hielo marino. Algunos modelos sugieren que una parte del carbono se libera como metano.
"Ha habido un enorme aumento en el calentamiento del Ártico y vemos los picos de metano debido a los cambios de temperatura a corto plazo, pero no estamos viendo un cambio a largo plazo en los niveles de metano", apunta Colm Sweeney, científico que trabaja en el Laboratorio de Investigación de Sistemas Terrestres de la NOAA y autor principal del nuevo estudio.
Sin embargo, Sweeney añade que eso no significa que el deshielo del permafrost no esté liberando carbono. “Está sucediendo. Simplemente no como el metano", precisa.
El permafrost ártico contiene cerca de 1.000 gigatoneladas (1.000 millones de toneladas) de carbono. Además de ser emitido como el metano, el carbono almacenado en el suelo permanentemente helado podría ser liberado a la atmósfera en forma de CO2, llevado por el agua de deshielo en los sistemas fluviales o absorbido por la vegetación.
Los investigadores han complementado las mediciones continuadas realizadas desde el observatorio de Barrow con las tomadas en una campaña aérea de cinco años dirigida por la NASA, lo que les ayudó a concretar las tendencias estacionales y a largo plazo del metano en Alaska.
Los científicos comprobaron un aumento en los niveles de metano a finales del otoño y el invierno, pero no hay señal de ello a largo plazo en Alaska, y concluyen que los picos observados metano a corto plazo desde el Ártico probablemente tendrán poco impacto en los niveles de metano en la atmósfera a nivel mundial a largo plazo.
Según los autores del estudio, este hallazgo es fundamental para la comprensión científica de cómo el Ártico está respondiendo al cambio sin precedentes de su clima y a la degradación del permafrost.

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