Cultura y deporte árabes, bajo la amenaza de los islamistas radicales

Hanin Radi, una árabe israelí, soñaba con organizar un maratón en el centro de Israel, pero las amenazas de muerte de los islamistas radicales la detuvieron. "Corro maratones por todas partes pero me da miedo hacerlo por las calles de mi ciudad", denunció.

Esta madre de 36 años, con más de 50 carreras a sus espaldas, que ganó del tercer puesto del maratón de Tel Aviv, entrena tres días a la semana en un estadio cerrado y sin presencia de hombres.

"El año pasado lo habíamos organizado todo para el maratón, fijamos la fecha, distribuimos los carteles", recordó Hanine.

"Pero cuando salí con las chicas para correr sobre el terreno que habíamos reservado, nos topamos con unos barbudos (islamistas) que nos insultaron", lamentó la mujer, musulmana como la mayoría de los 1,4 millones de árabes israelíes.

Tras ese accidentado entrenamiento recibió insultos y amenazas por teléfono. En plena noche dispararon contra su casa y su coche.

La policía israelí interrogó a un líder religioso que incitó a la violencia contra las corredoras pero "el caso se cerró sin que nadie fuese arrestado", denunció Hanine.

Para los salafistas, la suerte de los árabes israelíes, que se quejan de ser ciudadanos de segunda clase en un Estado judío al 75%, "se debe a que se alejaron de la religión", explicó a la AFP Nihad Ali, profesor de la Universidad de Haifa.

"La cuestión de la identidad nacional (palestina) no es su prioridad, ellos lideran un combate para controlar la sociedad e imponer sus ideas religiosas", añadió.

Massud Ghoneim, diputado y miembro del sector sur del Movimiento Islámico, observa "un ascenso palpable del movimiento salafista entre los palestinos árabes de Israel".

La posición de las mujeres en la sociedad y el deporte no son las únicas prácticas amenazadas por el aumento del salafismo. En 2015, una obra de teatro fue censurada en varias ciudades.

La proyección de películas en árabe o los espectáculos o exposiciones de artistas árabes en Israel son una de las armas de esa comunidad para mantener su identidad y cultura palestinas.

En Taybeh, otra ciudad árabe, los islamistas radicales intentaron cambiar el nombre de la calle Mahmud Darwich, el gran poeta palestino, por "calle de la Meca" pero el Consejo local se lo prohibió.

Los salafistas consiguieron la expulsión de Ali Mussa, un profesor de la ciudad de Baga al Gharbiya, porque mostró a los estudiantes la película palestina "Omar", juzgada de "pornográfica" por los salafistas. Sin embargo, un tribunal de lo laboral de Haifa ordenó la reintegración de Mussa.

"Tres semanas después de proyectar la película", que no contiene más que un rápido beso, "los salafistas entraron en el colegio y me agredieron e insultaron en la sala de profesores", recordó el profesor.

"Si semejantes acusaciones las hubiese formulado un árabe en vez de un israelí (judío), lo hubiesen detenido ese mismo día. Pero la policía israelí prefiere que los árabes se peleen entre ellos", acusó Ali Mussa.

Mostrar comentarios