"Si quiero, y si la lucha contra las drogas se deteriora y se convierte en algo muy muy virulento, declararé la ley marcial", ha asegurado.
"Nadie puede pararme", ha dicho en referencia al Congreso y el tribunal Supremo. "Mi país trasciende cualquier otra cosa, incluso las limitaciones", ha justificado Duterte.
Filipinas vivió bajo ley marcial durante una década a principio de los 70 y Duterte ha tanteado esta idea desde su llegada al poder, marcada por una campaña brutal contra la droga.
Desde julio se calcula que más de 6.000 personas han muerto en campañas antidroga tanto en operaciones policiales como en sucesos con supuestos "vigilantes". Además más de un millón de distribuidores y consumidores de drogas han sido arrestados.
No obstante, al ser preguntado el mes pasado, el presidente aseguró que, con la experiencia vivida en Filipinas, una ley marcial no asegura una mejora en la calidad de vida.
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