Ferdinand Marcos Junior asume sin complejos la herencia de su padre en Filipinas

El hijo del difunto dictador filipino Ferdinand Marcos, a punto de lograr la mayor revancha para su familia tras la humillante caída sufrida hace 30 años, habla con tanta seguridad de la herencia de su padre como de sus propias ambiciones políticas.

En una entrevista exclusiva con la AFP antes de las elecciones del 9 de mayo, Ferdinand Marcos Junior, de 58 años, favorito según los sondeos para lograr la vicepresidencia, admite que las "violaciones de los derechos humanos" eran numerosas bajo el mandato de su padre.

Pero sostiene que su nombre es una de las mayores ventajas y no renuncia a la política familiar de "no pedir perdón", considerada como uno de los factores de esta notable resurrección política.

"Me beneficio del buen trabajo que hizo en esa época mi padre", explica Marcos el lunes por la noche en Manila. "Se hicieron tantas cosas entonces que aún hoy benefician al pueblo", dice.

Durante la revolución de 1986, denominada del "poder del pueblo", Marcos era gobernador provincial. Millones de personas bajaron a las calles y enviaron a los Marcos al exilio, tras dos décadas de poder.

La familia estaba acusada de haber robado millones de dólares, y las fuerzas de seguridad del régimen eran sospechosas de haber matado y torturado a miles de opositores.

Pero después de la muerte de Marcos Senior en Hawai en 1989, su controvertida esposa Imelda y sus hijos fueron autorizados a regresar a Filipinas, donde lentamente reconstruyeron sus bases políticas.

Esta estrategia de reconquista presenta la era Marcos como una "edad de oro" de paz, seguridad y construcción de infraestructuras.

Asimismo, la familia desmiente constantemente las acusaciones de malversación de fondos públicos. Y Marcos Junior elude el tema cuando se le pregunta por los gigantescos robos presuntamente cometidos por sus padres.

"Creo que buena parte de todo esto ha sido inventado, nada ha sido probado" afirma.

"Bongbong" -conserva el apodo de su infancia- admite que hubo violaciones de derechos humanos durante la dictadura, pero asegura que no fueron peores que las cometidas bajo los regímenes democráticos que le sucedieron.

En Filipinas, el presidente y el vicepresidente son elegidos en elecciones distintas.

La campaña para la vicepresidencia ha sido a veces más publicitada por los medios que la carrera a la presidencia.

El presidente saliente Benigno Aquino -cuya madre sucedió a Marcos como jefe de Estado- pidió a los filipinos que no olvidarán jamás los horrores de la dictadura e impidieran el retorno de esta familia.

Pese a ello, Marcos Junior, senador desde 2010, está entre los favoritos en los sondeos.

Por su parte, Imelda Marcos, de 86 años, podría obtener un tercer mandato de parlamentaria en la provincia de Ilocos Norte, bastión de la familia en el norte.

Una de sus hermanas, Imee, es favorita para ser elegida por tercera vez gobernadora de Ilocos Norte, y otros miembros de la familia conservarán fácilmente otros cargos secundarios, gracias a la red de aliados del clan.

Las nuevas generaciones, hartas de la corrupción política actual, también son receptivas al mensaje sobre la "edad de oro" filipina.

Marcos afirma no querer servirse de la vicepresidencia como trampolín para una futura campaña presidencial.

"No pienso en ello ahora. Cada una de mis células grises está dedicada a la campaña actual", afirma.

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