Japón espera expectante una alocución solemne del emperador Akihito

En una declaración solemne, el emperador Akihito de Japón, de 82 años, podría expresar este lunes su deseo de limitar sus funciones, pero no pronunciará la palabra "abdicación" por impedirlo la Constitución.

Un término de ese tenor sería considerado automáticamente un acto político, una implicación que prohíbe la carta fundamental.

Akihito, que reina desde hace 27 años, en nombre del "cumplimiento de la paz" (era Heisei), habría expresado su deseo, según filtraciones reseñadas por la prensa, de introducir modificaciones en el régimen imperial para permitirle transferir "en vida" sus funciones a su hijo, el príncipe heredero Naruhito.

"El emperador desearía más bien seguir, pero por otro lado su temperamento y la conciencia de su fuerte responsabilidad hacen que tema cometer errores y dar problemas, y eso le preocupa mucho", explicaba días atrás a la televisión NNN (Nippon News Network) su amigo de juventud Mototsugu Akashi, que lo visita regularmente.

La siempre protocolaria Agencia de la Casa Imperial niega que el soberano haya dicho que "quiera abdicar" porque unas declaraciones tan directas tendrían implicaciones políticas inmediatas.

"Los diarios y otros medios han pasado por alto totalmente el desmentido de la Agencia de la Casa Imperial por estimar que mentía para evitar un incidente constitucional", destacó en la radio el ex diplomático y escritor Masaru Sato.

Al mismo tiempo, la rígida casa preparaba la respuesta, una declaración grabada de unos diez minutos que será difundida este lunes, a las 15H00 (06H00 GMT), la segunda de este tipo. La primera fue pocos días después del tsunami de 2011.

Los imperativos de calendario del emperador y del gobierno hacen que este discurso excepcional se produzca entre las conmemoraciones de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y el 71 aniversario del final de la guerra, el 15 de agosto de 1945, cuando el padre de Akihito, el emperador Hirohito (también llamado Showa), pronunciaba la capitulación incondicional de Japón. El que era un semidios en el trono del Crisantemo desde 1925 fue despojado de ese estatuto divino pero siguió reinando hasta su deceso, a principios de 1989.

Su hijo ha cambiado con sutileza las tradiciones y podría provocar este lunes un nuevo paso en la "modernización" del régimen imperial japonés.

Según el artículo 4 de la Constitución, "el emperador puede delegar el ejercicio de sus actos en materia de Estado" en ciertos casos definidos por la ley. Y el artículo 5 añade que "cuando se establece una regencia, el regente (un miembro de la familia imperial, el príncipe heredero prioritariamente) ejerce sus actos en nombre del emperador".

Por el momento, la llamada ley sobre la Casa Imperial indica en su artículo 16 que una regencia está prevista "si el emperador no alcanza la mayoría de edad" o puede ser decidida "cuando esté aquejado de una enfermedad grave, mental o físicamente, o exista un obstáculo serio que lo incapacite para ejercer sus actos en materia de Estado".

La vejez y el cansancio no son por si solos no son, al menos por ahora, motivo suficiente.

Aunque no estén muy mediatizadas, las funciones de representación del Estado que incumben al emperador son intensas, como destacaba en 2013 su hijo mayor, Akishino.

Debe firmar numerosos textos de ley, tratados y otros documentos transmitidos por el gobierno (un millar el año pasado), asistir a numerosas recepciones (270 en 2015), recibir a representantes de Estado extranjeros, etc.

Más alla del contenido de las palabras de Akihito, revestirán una importancia considerable por el carácter excepcional de la intervención.

El Gobierno, según los medios, debería emitir un "comentario" poco después.

Un sondeo de la agencia informativa Kiodo indicaba la semana pasada que un 85% de los japoneses serían favorables a un aligeramiento de las funciones del emperador si así lo deseara.

El soberano y la emperatriz Michiko son inmensamente respetados por la imagen de prudencia que han sabido dar en todo momento y por la compasión sincera expresada a las víctimas de las numerosas catástrofes naturales sufridas por el país.

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