Nolito, de una infancia difícil a titular en la Eurocopa

Manuel Agudo Durán, Nolito, presume de llamarse como su abuelo, Manuel. Más que un abuelo, fue un padre. Su madre, con problemas con la droga, no lo pudo criar y fue el abuelo Manuel quien se hizo cargo de él, en Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, en el sur de Andalucía.

Manolito pasó una infancia difícil. Compartió casa con sus abuelos y parte de sus once hijos, que más que tíos pasaron a ser hermanos y la abuela Dolores y el abuelo Manuel mamá y papá.

"Eramos diez en la mesa cada día, pero nunca faltaba para comer. O un puchero, o huevos o lo que fuera. No teníamos para comprar ropa o zapatillas de marca pero comer comíamos", dijo Nolito en una ocasión.

El abuelo Manuel era marinero y apasionado del fútbol, hincha del Barcelona y transmitió esa afición al pequeño.

Su fallecimiento en 2008 fue un golpe duro para Nolito, que desde entonces dedica todos sus goles al abuelo Manuel.

Murió de un infarto seis meses después de que su nieto fichara por el Barça B. Pese a las dificultades económicas que pasaba la familia, Manuel le compró a su nieto Nolito cuando tenía once años un chándal del equipo azulgrana, el club de sus amores, que el pequeño no se quitaba ni para dormir.

El abuelo Manuel decidió que Nolito empezara a trabajar en una carnicería a los trece años para alejarlo del ambiente de las drogas que ya habían afectado a la familia y pululaban por el humilde barrio de Sanlúcar en el que vivían

Al abuelo Manuel le habría gustado ver el debut de Nolito en la Eurocopa, el lunes como titular en Toulouse en la victoria contra la República Checa por 1-0.

"Es normal acordarte de tantas cosas que te han pasado en la vida hasta llegar aquí. De momentos buenos y malos, de trabajos compaginados con el fútbol, de personas que ahora disfrutan de lo que estoy haciendo", afirmó Nolito en esta Eurocopa al diario Marca.

Tras destacar como extremo izquierdo por varios equipos de la provincia de Cádiz pasó al Mestalla, el filial del Valencia, con 16 años. Pero volvió a Andalucía, al Écija, antes de que se fijara en él nada menos que el Barcelona, ya con 21 años.

Es un delantero callejero, de potrero, de los que jugaba al lado de casa con algún balón prestado.

Cuando los técnicos del Barcelona oyeron hablar de él se adelantaron al Betis y lo llevaron al filial en julio de 2008. En octubre de ese año, Pep Guardiola lo citó para el primer equipo, aunque su debut no llegó hasta 2010.

Cansado de esperar oportunidades en el Barcelona se marchó seis meses al Benfica portugués y después al Granada, antes de llegar al Celta en junio de 2013, de la mano de Luis Enrique, que se quedó enamorada de su juego cuando lo tuvo en el filial y que ahora lo quiere recuperar para el Barcelona.

Amante del flamenco de su andalucía natal, es poco asiduo de la Play Station y de los juegos de ordenador, nostálgico del fútbol de calle, de esa calle en la que corría en Sanlúcar, cuando se padre de avanzada edad le iba a buscar al colegio para inculcarle su pasión por el fútbol y por el Barcelona.

Nolito ha conseguido llegar a la Eurocopa tras la confianza que tiene Del Bosque en él desde que lo llamó por primera vez en 2014.

"El míster siempre me ha pedido que haga el mismo fútbol que en el Celta. Tengo que agradecer la confianza que ha puesto en mí en todo este tiempo y devolvérsela con trabajo y esfuerzo", afirma.

En diez partidos con la selección lleva cuatro goles, tras dos dobletes anotados en los amistosos de preparación a la Eurocopa, contra Bosnia y Corea del Sur.

Pero le gustaría anotar uno en la fase final del torneo continental para alzar las manos en busca de su abuelo Manuel.

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