Proyecto de silenciar la llamada a la oración de musulmanes aviva tensiones en Israel

"La llamada a la oración existe desde hace 1.400 años", espeta Mufid Shauana, "irritado" por un proyecto de ley israelí que pretende enmudecer el canto del almuédano a horas avanzadas de la noche o al alba.

Los judíos tienen sus rituales, "y es su derecho, su derecho religioso", afirma Shauana en la Explanada de las Mezquitas. "La llamada a la oración ("adhan" en árabe), "es nuestro derecho religioso".

Un proyecto de ley en Israel quiere prohibir el uso de altavoces a determinadas horas. Los musulmanes están que trinan porque el "adhan" se recita cinco veces al día, y generalmente por megafonía.

Oficialmente, la legislación se aplicaría a todas las religiones. En la práctica está claro que silenciaría sobre todo los altavoces de las mezquitas de la minoría árabe (17,5% de la población en Israel, casi todos de confesión musulmana) y de los cientos de miles de palestinos de Jerusalén Este.

En opinión de los palestinos que viven bajo ocupación israelí en Jerusalén y en la vecina Cisjordania, y de los árabes israelíes que se consideran tratados como ciudadanos de segunda, esto atenta a sus derechos y es un acto racista.

No es el único frente abierto entre las dos religiones. Los musulmanes consideran que los israelíes usurpan sus derechos en la Explanada de las Mezquitas (o Al Aqsa), el tercer lugar santo del islam venerado también por los judíos, que lo llaman el Monte del Templo.

El texto ha recibido en noviembre la luz verde de una comisión gubernamental. Fue bloqueado en el último minuto, justo antes de su presentación en el parlamento, curiosamente por iniciativa de un ministro judío ultraortodoxo. Se alarmaba de que la ley pudiese perjudicar a los judíos, prohibiendo el uso de la sirena para invitarlos al sabbat, el descanso semanal.

El futuro del texto es incierto. La idea de reducir el volumen de la llamada a la oración musulmana no es nada nuevo, pero hasta ahora había tropezado con las objeciones constitucionales.

Esta vez el proyecto ha superado, al menos provisionalmente, una comisión ministerial y cuenta con el apoyo del primer ministro, Benjamin Netanyahu.

"Israel tiene la intención de proteger a los que sufren por el ruido excesivo de estos mensajes. Es así en muchas ciudades europeas y lugares del mundo musulmán", dijo.

El diputado Moti Yogev, promotor del texto, asegura que el volumen del adhan molesta a cientos de miles de personas y que, en algunas ocasiones, se difunden comentarios abyectos por megafonía.

En su estado actual el proyecto prohíbe los altavoces entre las 23H00 y las 06H00.

Los palestinos y los árabes israelíes se han manifestado en contra de él. La Liga Árabe denuncia una "provocación muy peligrosa". En un acto simbólico, un diputado árabe israelí hizo un llamamiento a la oración desde la tribuna del parlamento, lo que ha desatado la ira de sus colegas.

"El ocupante israelí quiere judaizar la Ciudad Santa. No quiere escuchar oraciones en árabe ni ver iglesias" cristianas en Jerusalén, denunció Najih Qiraat, un dignatario religioso, en un sermón en una mezquita del barrio palestino de Beit Safafa, en Jerusalén Este.

Beit Safafa bordea el barrio de Pat, situado en Jerusalén Oeste, la parte israelí de la ciudad.

"No podemos dormir, no podemos vivir, es imposible, ¡la gente aquí se vuelve loca!", se queja Eli Ben Cheman (de 74 años), del barrio de Pat. Ayelet Sadeh, de 42 años, asegura que su hijo no logra dormir la siesta y acusa a los musulmanes de actuar con maldad.

El gobierno israelí tiene fe en la adopción de la ley, "protegiendo la libertad religiosa de todos y el derecho de todos a estar protegidos del ruido excesivo", declara a la AFP un responsable que pide permanecer en el anonimato.

Pero con más de 400 mezquitas en Israel y en Jerusalén Este, según cifras oficiales israelíes, todo parece indicar que sería de difícil aplicación. "Si prohíben las oraciones, cada casa se convertirá en un lugar de rezo", amenaza Najih Qiraat.

Los diputados árabes israelíes aseguran que las iglesias les han prometido que si se prohíbe a las mezquitas hacer los llamamientos a la oración, lo harán ellas.

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