LA TIERRA TIENE UN ‘TERMOSTATO’ QUE EVITA EL FRÍO EXTREMO, PERO NO EL CALOR RÁPIDO

El planeta cuenta con un mecanismo regulador no identificado similar a un termostato que evita que las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2) caigan por debajo de un nivel que pueda dar lugar a un enfriamiento extremo, pero carece de él para prevenir el calentamiento rápido.
Así lo afirman dos investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) en un estudio publicado en la revista ‘Nature Geoscience’, que asegura que ese mecanismo entra en acción durante las edades de hielo.
El estudio sugiere que ese ‘termostato’ pudo haber implicado a la biosfera en las edades de hielo, ya que las plantas y el plancton lucharon en esos momentos para poder crecer con niveles muy bajos de CO2.
Los investigadores indican que las concentraciones atmosféricas de CO2 fluctuaron en un rango de 100 partes por millones (ppm) durante las edades glaciales. Aunque ha sido difícil identificar los procesos exactos existentes detrás de esta variación, se sabe que los cambios en el almacenamiento de carbono realizados por los organismos fotosintéticos desempeñaron un papel importante.
"Cuando observamos detalladamente las mediciones de núcleos de hielo, vemos que las concentraciones atmosféricas de CO2 se mantuvieron cerca de 190 ppm durante gran parte de los últimos 800.000 años, pero muy raramente cayeron más abajo", apunta Sarah Eggleston, investigadora del ICTA-UAB y del Departamento de Matemáticas de la UAB, y coautora del estudio.
Eggleston añade que ese dato sorprendió a los investigadores porque sugiere que esas concentraciones muy bajas de dióxido de carbono eran bastante estables. “Es más, sabemos que el CO2 era a menudo muy alto en el pasado geológico lejano, pero no disponemos de pruebas de que las concentraciones de CO2 hayan sido nunca inferiores a 190 ppm”.
"Sabemos que, a lo largo de cientos de miles de años, el CO2 se reguló reaccionando lentamente con las rocas expuestas", explica Eric Galbraith, autor principal del estudio y profesor en el ICTA-UAB y en el Departamento de Matemáticas de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien añade: "Pero esto sería demasiado lento para explicar la estabilidad durante períodos de sólo unos miles de años, como vemos en los núcleos de hielo. Así que debe haber sido algún otro mecanismo que se activó bajo niveles de CO2 muy bajos".
Los autores sugieren que es más probable que fuera la biosfera la que mantuvo temperaturas habitables en las eras de hielo, ya que a niveles muy bajos de CO2 las plantas y el fitoplancton luchan por hacer la fotosíntesis.
Un crecimiento más lento de estos organismos habría significado menos carbono en los suelos y en los océanos profundos, dejando más en la atmósfera e impidiendo así que las concentraciones de CO2 cayeran aún más. Esto podría haber evitado el enfriamiento extremo que habría llevado a las Tierra a congelarse como una ‘bola de nieve’.
Sin embargo, el estudio no reveló una regulación correspondiente durante los períodos cálidos de los ciclos de la edad de hielo, lo que sugiere que la Tierra no tiene un mecanismo similar para prevenir el calentamiento rápido.

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