Afganistán. Los militares españoles logran que los empresarios afganos cuiden a los huérfanos de la guerra


Los militares españoles desplegados en Afganistán han conseguido un hito que hasta hace poco parecía difícil: que los empresarios del país dediquen parte de los escasos recursos afganos al cuidado de los huérfanos de la guerra. Varios contratistas afganos han entregado este jueves al orfanato de Qala-i-Naw diverso material en beneficio de los niños que han perdido a sus padres.
Un total de 12 empresarios han entregado a los responsables del orfanato comida, ropa y mantas para los niños así como diverso material para el orfanato, además de varios corderos que se van a sacrificar mañana, viernes, con motivo de la Fiesta del Cordero, una festividad islámica. En el acto de entrega estuvo presente un pequeño grupo de periodistas españoles, entre ellos un enviado de Servimedia.
Todos los empresarios son contratistas en las obras que lleva a cabo el contingente español a través de sus proyectos de impacto rápido, con los que se busca suplir necesidades básicas de la población afgana, tales como la construcción de pozos, neveros o colegios. Los responsables de estos proyectos son las unidades cívico militares (Cimic), cuyos efectivos recorren las aldeas de la provincia de Badghis para contactar con la población local y detectar sus carencias más inmediatas
EL ÚNICO ORFANATO
El orfanato, el único que existe en la provincia de Badghis, una de las regiones más pobres del país, acoge a 120 niños, 65 de ellos en régimen de internado. El resto viene a comer y cenar al establecimiento pero pernocta en casa de algún familiar, normalmente lejano. Todos ellos, tanto niños como niñas, van al colegio durante el día.
La institución fue realizada por iniciativa de la viuda del sargento Juan Antonio Abril, fallecido en Afganistán en mayo de 2007, y se financió con fondos de Caja Duero.
Los niños dependen en gran medida de los proyectos que lleva a cabo el Ejército español, ya que el Gobierno afgano tan solo destina al orfanato 60 afganis (1,10 euros) por persona y mes. La atención a los niños depende en parte de los voluntarios de la población.
Los niños pueden pernoctar en el orfanato hasta que cumplen 12 o 13 años. El comandante Cabrera, jefe del equipo Cimic de Qala-i-Naw, señaló que, a partir de esa edad, los niños suelen ir a vivir con familiares lejanos mientras que a algunas de las niñas se les busca marido. Posteriormente, se le sostiene económicamente y se les paga los estudios hasta los 18 años.
CARIDAD AFGANA
El comandante Cabrera explicó que desde la primera entrega realizada por empresarios afganos, que tuvo lugar hace dos meses, la ayuda “se ha multiplicado por tres”. “La idea es que algún empresario tome el liderazgo y vuelvan a entregar material”, señaló el comandante.
Y es que el contingente español está preparando ya su retirada no solo en el plano militar, sino que también está intentando sembrar la semilla para que el Gobierno afgano y los empresarios tomen el testigo y se encarguen a partir del 31 de diciembre de 2014, fecha en la que las últimas tropas internacionales abandonarán el país, de los proyectos de ayuda de a la población.
“QUE OTROS SIGAN EL EJEMPLO”
El encargado del área de servicios sociales de la Gobernación en la provincia de Badghis, Muhammad Nain, dijo esperar que otros empresarios “sigan el ejemplo” de los 12 contratistas que han entregado el material para el orfanato. Nain explicó que su objetivo es “dar una vida mejor a los niños” para que sean “útiles para el futuro de Afganistán”.
El responsable de los servicios sociales en Badghis, que también es huérfano, quiso dar las gracias a los militares españoles por “preocuparse por los niños que no tienen ni padre ni madre”.
Tras el acto de entrega, un grupo de niñas del orfanato, ataviadas con los trajes tradicionales, entonaron una canción. Posteriormente varios niños recitaron poesías relacionadas con la Fiesta del Cordero.
A continuación se ofreció a los niños un pequeño piscolabis, en el que los pequeños pudieron degustar chocolate, zumos, quesos, bollos y donuts de una conocida marca española. Los niños no tocaron la mortadela que se había servido hasta que, con la ayuda de un intérprete, se les explicó que era de pavo y no de cerdo.
Las niñas del orfanato, muchas de las cuales reciben clases de español en la escuela, curiosearon entre los militares, preguntando en un más que aceptable castellano el nombre de todos ellos.

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