Brasil "abierto" a discutir reclamos sobre límitación de aumento de temperaturas

  • Brasil se dijo el jueves dispuesto a flexibilizar su posición sobre las metas de reducción de la temperatura global, como lo reclaman los países más vulnerables en las negociaciones de París sobre el clima (COP21), a condición de que no comprometan su desarrollo.

"Brasil apoya desde la COP de Cancún en 2010 los 2 ºC" como tope del aumento de temperaturas, dijo Antonio Marcondes, de la delegación del país sudamericano, en una rueda de prensa en Le Bourget, al norte de París, donde 195 países negocian un acuerdo de lucha contra el calentamiento global.

"Pero estamos abiertos a considerar una manera de conciliar los intereses de las delegaciones de muchos países en desarrollo, somos conscientes de sus circunstancias y estamos dispuestos a trabajar con ellos para reforzar la meta de la temperatura, con una dirección hacia el 1,5º C", señaló.

Pero todo ello, "en un contexto de desarrollo sostenible y de erradicación de la pobreza", precisó.

La cuestión de la limitación del alza de las temperaturas se ha convertido en una de las más espinosas de la negociación.

Las potencias emergentes y muchos países petroleros resisten a la idea de modificar el objetivo de 2º C, por temor de que reducciones mayores de las emisiones de gases de efecto invernadero comprometan su desarrollo económico.

Pero muchas islas del Pacífico y del Caribe proponen rebajar esa meta a 1,5º C, alegando que un aumento de 2º C provocaría una elevación del nivel de los océanos que podría en algunos casos lisa y llanamente sumergirlas.

Un centenar de países, entre los cuales la Unión Europea, Estados Unidos, países insulares y menos desarrollados y México, formaron una coalición para respaldar una limitación de 1,5º C.

El borrador del acuerdo contempla tres opciones: "+2º C", "bien por debajo de los 2º C", y la más ambiciosa, "+1,5º C".

Brasil presentó para esta COP objetivos ambiciosos de reducción de gases de efecto invernadero (INDC), pero se niega a que las discusiones se aparten de las sendas marcadas por la Convención de Río en 1992.

"Brasil quiere un acuerdo vigoroso y jurídicamente vinculante, y estamos haciendo lo máximo para ello", asentó Marcondes.

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