Combatir la violencia de género, un largo camino para la mujer en Palestina

  • "Cuando hablamos de violencia de género en Palestina, hablamos de todo tipo de violencia", remarca Khitam Shaafin, presidenta de la Unión de Comités de Mujeres Palestinas. "Y hablamos de índices elevados".

María Sevillano

Jerusalén, 10 mar.- "Cuando hablamos de violencia de género en Palestina, hablamos de todo tipo de violencia", remarca Khitam Shaafin, presidenta de la Unión de Comités de Mujeres Palestinas. "Y hablamos de índices elevados".

Cifras del Departamento Central palestino de Estadísticas (PCBS, en inglés) apoyan sus palabras: el 37% de las mujeres palestinas es objeto de violencia emocional, física (23,5%), económica (55,1%), social (54,8%) y sexual (11,8%).

"La violencia se puede ejercer a través de conversaciones, castigos, oponiéndose a las decisiones de la mujer o imponiendo la voluntad del marido", explica.

Activista de izquierdas salida de los movimientos de base, afirma que "son varias y profundas las razones para explicar los diferentes tipos de violencia en los que crecemos".

"La ocupación (israelí) y la situación política, económica y social tienen como resultado el aumento de violencia. No podemos rechazar los altos índices de pobreza, desempleo y la ocupación; el desplazamiento, la demolición de hogares, los arrestos... Toda la atmósfera que nos rodea", agrega.

Una opinión que reflejan las estadísticas publicadas por el PCBS con motivo del día de la Mujer: en 2013 hubo 27 feminicidios, el doble que en 2012.

Pero, además de la dificultad de hacer frente a un arraigado sistema de ocupación, el entorno cultural y social también es propicio y desfavorable a la víctima.

Cerca de un 85% de las afectadas se mantiene en silencio, cuenta Shaafin.

"En la mayoría de los casos, tratan de encontrar ayuda en algunos miembros de la familia. Normalmente no van a los tribunales porque este asunto se ve como tabú, que debe resolverse dentro del ámbito familiar", explica.

Y en las ocasiones en las que recurren, no siempre encuentran ayuda.

"Los tribunales suelen proponer la reconciliación. El resultado es que muchas mujeres han sido asesinadas después de interponer una denuncia y volver al hogar", argumenta.

Ante esta situación, centros como Mehwar, el primero creado en Cisjordania para víctimas de la violencia de género, comienzan a florecer.

Linda Jarayseh, en la directiva del mismo, destaca que trabajan a varios niveles para abordar el maltrato, desde la educación y prevención en escuelas y organizaciones, a las habilidades sociales más inmediatas.

"Cuando una mujer llega aquí, digamos que se siente abandonada. La ayuda le ha sido denegada durante tiempo", indica.

"Entonces se solicita una evaluación clínica para identificar sus necesidades y a partir de aquí se inicia un proceso de aprendizaje en el que tratamos de enseñarles a respetarse a sí mismas y mucho más. Les damos herramientas para lidiar con la vida", subraya.

Las internas -por el centro han pasado cerca de 400 desde 2007- también obtienen asistencia legal y son acompañadas si así lo desean durante los juicios, además de ser incluidas en una red social estable y protectora a su salida.

"Les asesoramos pero son ellas quienes toman las decisiones, no nosotras. Tan solo les decimos qué es con lo que pueden contar", agrega, una idea que también comparten en la organización Sawa, que años atrás inició una 'línea de ayuda' que ahora recibe cientos de llamadas diarias.

"Necesitan fortalecerse porque normalmente tienen la sensación de que no controlan sus vidas, ni pueden tomar decisiones porque esto lo hace su agresor", destaca Ohaila Shomal, directora del centro.

"Lleva largo tiempo decidirse a salir de lo privado y pedir ayuda. No es fácil. Necesitamos trabajar a varios niveles para avanzar. Primero, definir qué es esta violencia, acceder en que es un problema de la comunidad y no de la familia, y cambiar la ley", recalca.

En este sentido, lamenta, es "muy difícil trabajar con procesos legales. A veces, jueces y abogados creen que existe el derecho de agredir a la mujer".

Además de iniciativas nacidas de mujeres para mujeres, poco a poco otros actores de la sociedad palestina comienzan a involucrarse en la problemática.

La policía estableció, por ejemplo, una Unidad de Protección Familiar, que ha aprendido a tratar con las afectadas, y existe el apoyo del Ministerio de Asuntos Sociales y de la Mujer.

Sin embargo, aún queda camino por recorrer.

La ong Al Haq denunciaba en uno de sus informes cómo "la Autoridad Nacional Palestina ha fallado en respetar, proteger y promocionar los derechos de las mujeres".

Y resaltaba la necesidad de adoptar "una nueva legislación y marco de trabajo institucional que incluya el reconocimiento y refuerzo de la igualdad de la mujer".

Bajo el amparo del código penal jordano que rige en los territorios ocupados, la pena para los conocidos como 'crímenes de honor' -la mujer muere a manos de algún miembro de la familia por considerar que se les ha deshonrado- es casi insignificante.

De dos a tres años de cárcel, lo que deja a las mujeres en una posición muy vulnerable frente a agresiones.

"Los crímenes no suelen ser crímenes de honor. Al contrario, se tiende a mentir porque la ley es más benévola que ante un crimen común, penalizado con más de 20 años de prisión" explica Shaafin.

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