Cómo hacer que el monte español sea rentable y sostenible

  • Un consorcio de empresarios asturianos compra 600 hectáreas de monte en el municipio de Cangas de Narcea para sacarle rentabilidad y proteger su biodiversidad.
Sara Acosta
Sara Acosta

Apenas se conoce que el 70% de los bosques españoles está en manos privadas. Se trata de pequeñas y medianas explotaciones que han ido perdiendo valor en los últimos años debido, sobre todo, a que el monte ha perdido su principal función de fuente energética. La entrada en España de la bombona de butano amputó al monte su talismán. Y con él, fue decayendo el cuidado y la gestión. El éxodo rural asestó el golpe final. Pero en los últimos años, el auge del desarrollo sostenible está revitalizando los bosques y muchos propietarios se lanzan a la mezcla de nuevas fórmulas que alíen rentabilidad y un futuro para la biodiversidad de la masa forestal española.

La de David de Pedro Palomar es una de estas iniciativas. Este profesional del turismo es hoy presidente de la Asociación Forestal de Asturias. Hace tres años decidió comprar junto a otros cuatro socios casi 600 hectáreas de monte en el municipio asturiano de Cangas de Narcea y transformarlo en un "ejemplo de gestión forestal sostenible", explica de Palomar.

Se trata de una superficie que fue replantada con 4 milones de pinos en los años setenta. En su plan, estos cinco socios prevén explotar la comercialización de madera, dar un uso recreativo a la finca y proteger su biodiversidad manteniendo especies en apariencia poco rentables, como el roble.

La tentación a la que se enfrentan los propietarios forestales es la plantación de especies que den la máxima rentabilidad. Para ello, la apuesta suele ser el pino, que puede cortarse para su aprovechamiento cada tres o cuatro años. Pero si esas cortas no van acompañadas de un plan de ordenación del territorio, el suelo acaba perdiendo valor ecológico y económico. Así que en las 600 hectáreas de Cangas de Narcea, de Palomar y sus socios aprovecharán el pino para el sector maderero, y además aumentarán la superficie de árboles autóctonos como robles, cerezos, castaños o abedules, "que dan un valor paisajístico atractivo para el turismo", explican desde Idema, la empresa de ingeniería forestal que ha realizado el proyecto de ordenación del terreno, que ya ha obtenido la ansiada certificación FSC de bosque sostenible.

Los restos forestales de toda una parte de la finca que ardió en un incendio se aprovecharán para la generación de biomasa, que a su vez se enviará a una minicentral de cogeneración que servirá para calentar las siete casas de un pueblo que aún permanece dentro de la finca. La energía eléctrica sobrante se verterá a la red. Esas viviendas se rehabilitarán para turismo rural. Además, los socios quieren fabricar miel a partir de cortines de abejas tradicionales, que quedarán restaurados. Por el momento, la empresa espera el último visto bueno de la Administración para lanzar su proyecto, que espera sea rentable a corto plazo.

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