El crimen de El Ejido: "Le pregunté si el niño estaba muerto pero ella lo negaba"

El Ejido
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EFE

La custodia por un niño de siete años puede estar detrás del terrible suceso que ha ocurrido en El Ejido. Una madre de 38 años habría asesinado a su hijo de siete estrangulándolo. Ella llevaba el cadáver del pequeño en el asiento de atrás de su Peogeot 206 de color negro. Decía que al pequeño no le pasaba nada mientras pedía ayuda a la expareja de su suegro para sacarle del coche. "El pequeño ya traía los labios morados", declara Ana, quien alertó a la Guardia Civil de lo sucedido. "Lo que tienes que hacer es llevar al pequeño al hospital", le dijo.

Pero no lo hizo. Dio una vuelta a la manzana hasta que se encontró de frente un coche de los agentes de la Guardia Civil cruzado en la calle. Ella no quería parar, "pero tuvo que hacerlo". Estaba huyendo. Tampoco quiso abrir el coche. En el suelo de la calle Las Norias donde fue detenida a punta de pistola quedan los cristales de la ventanilla que tuvieron que romper los agentes para comprobar el estado en el que se encontraba el pequeño, que estaba junto a su mochila del colegio. Nada pudieron hacer por él. 

Los vecinos cuentan episodios de denuncias por maltrato y acoso cruzadas entre unos padres que, tras 17 años juntos, se separaron. Ella puso una denuncia por malos tratos contra su exmarido, sobre el que hubo una orden de alejamiento; después quedó todo archivado. Él la denunció por acoso. La mujer, de nacionalidad española, tenía la custodia del menor de lunes a viernes y su exmarido los fines de semana. Ahora estaba pendiente de una revisión del régimen de visitas.

En juego estaba la custodia de un niño que "iba a perder la madre", según relata Ana, quien llegó a decirle que el niño parecía que estaba muerto cuando la llamó a la puerta de su casa para pedirle ayuda. "No, no está muerto", respondía. Pero Ana tenía claro que al niño le pasaba algo grave. No se creía nada de lo que le estaba contando la mujer, que insistía en que "no le he hecho nada". El cuartel de la Guardia Civil de El Ejido se ha convertido ahora en la base de operaciones de una investigación terrible.

Ayer declararon varios de los vecinos que, sin ser conscientes de ello, eran testigos de un nuevo episodio negro en la historia de España. No olvidan la dantesca imagen de la detenida huyendo de los agentes con el cuerpo del pequeño en el vehículo. Se negó a bajarse del coche cuando los agentes le dieron alcance, "ni tan siquiera cuando la apuntaban con la pistola". Mientras relatan lo que vieron, en la casa de la detenida en el municipio de Huercal los agentes de la guardia civil realizan una inspección minuciosa. 

¿Síndrome de Medea?

La evidencia parece indicar que la madre ha acabado con la vida de su hijo. ¿Un filicidio por venganza -síndrome de Medea- o por una enfermedad mental? Se lo preguntan en Expediente Marlasca, donde recuerdan otras madres que acabaron con la vida de sus hijos por ambos supuestos.

Un caso de manual de síndrome de Medea es el de Francisca González, que  fue condenada a 40 años de cárcel por matar a sus dos hijos pequeños, Adrián y Francisco, en su casa de Santomera en enero de 2002. Los estranguló con el cable del cargador de un teléfono móvil. Fue detenida veinte minutos después del entierro de los pequeños de 6 y 4 años. Según había declarado, alguien entró en la vivienda del pueblo murciano y los asesinó. 

Otro caso similar es el de Francisca Ballesteros, la envenenadora de Melilla. Mató a su marido, a su bebé de cinco meses y a su hija de 15 años, mezclando en las comidas un fármaco. Quería emprender una nueva vida. Mónica Juanatey, con 30 años, quiso emprender una nueva vida y su hijo la molestaba. Lo ahogó en la bañera, metió en una maleta y dejó en un descampado.

Un brote psicótico parecía estar detrás de otro crimen que hiela la sangre. Zaida asesinó con un cuchillo de cocina en el altar de la capilla del cementerio a su bebé . Padecía depresión post parto. España se volcó en la búsqueda de los pequeños de Godella cuyos cuerpos aparecieron golpeados y por los que su madre acabó detenida. Dijo que "Dios se lo había ordenado".

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