Destrucción y lodo en la localidad madeirense de Ribeira Brava

  • Ribeira Brava (Portugal).- La incontrolable fuerza de la naturaleza ha arrasado Ribeira Brava, uno de los epicentros del temporal que azotó la isla de Madeira, y decenas de personas lo han perdido todo en un paisaje envuelto en lodo y desolación.

El mal urbanismo amplificó los efectos del temporal en Madeira según los técnicos
El mal urbanismo amplificó los efectos del temporal en Madeira según los técnicos

Ribeira Brava (Portugal).- La incontrolable fuerza de la naturaleza ha arrasado Ribeira Brava, uno de los epicentros del temporal que azotó la isla de Madeira, y decenas de personas lo han perdido todo en un paisaje envuelto en lodo y desolación.

La cicatrices de la tragedia se han extendido en este diseminado municipio de 10.000 habitantes y situado a unos 20 kilómetros de la capital de Madeira, Funchal.

Algunos de sus vecinos vagan por los barrios más afectados, como Serra D'Água y Meia Légua, enclavados en las escarpadas laderas de unos cerros.

José Reis, nacido en Venezuela, pero residente en Madeira desde hace siete años, se mostró consternado ante "la desgracia" que presenció durante la jornada del sábado pasado: "fue peor que un tsunami", relata.

El riachuelo de la quebrada, convertido en "un mar", se llevó todo lo que encontró y derrumbó casas -muchas de ellas desplazadas varios metros de su posición original- en medio de un torrente de piedras y lodo, afirma Reis.

"Parecía el fin del mundo. No había ninguna explicación. Pensé que iba a morir", prosigue el luso-venezolano, cuyo coche desapareció con la riada, aunque su domicilio se mantuvo en pie.

Reis asegura que muchas personas murieron en su barrio y señala que, si la tragedia hubiese ocurrido durante la noche, su magnitud habría alcanzado dimensiones aún peores.

Una vecina de la zona, Cándida Pestana, se asoma consternada por la terraza de su pequeña vivienda, situada junto a la devastada carretera que une el barrio de Meia Légua -donde las autoridades siguen buscando víctimas- con el centro de Ribeira Brava.

"El río arrastró a los coches y las personas", expresa con la misma resignación que espera la vuelta de la luz y del agua a su casa, rodeada de campos de cultivo anegados de barro.

Cerca de allí, varios técnicos de la empresa de teléfonos se afanan por restablecer las comunicaciones en un área de difícil acceso, localizada entre abundante vegetación teñida de marrón por el lodo.

En el mismo centro de Ribeira Brava la situación no es mejor y en la desembocadura del cauce que baja de los cerros se acumulan toneladas de maderas y escombros y flotan los cuerpos de dos cerdos ante la mirada preocupada de un equipo de buceadores y bomberos, que trabaja en las operaciones de búsqueda.

Las marcas del temporal se hicieron notar también en el mar, cuyo color oscuro delataba la cantidad de agua embarrada que ha desembocado en las transparentes aguas del Atlántico en esta zona.

Campanario, barrio periférico de Ribeira Brava donde se registraron menos destrozos visibles, acoge en la escuela pública un centro de desalojados de sus viviendas al que han llegado decenas de vecinos que lo perdieron todo.

El silencio reina en el campamento, donde se ha prohibido tomar imágenes, mientras una de las refugiadas, Alda Serra, cuenta con angustia su particular odisea del fin de semana.

"La madrugada del sábado fue un caos... estábamos aislados, cercados de agua y barro. Nos quedamos sin nada", narra la mujer, que agradece con voz entrecortada la atención que les han dado en el improvisado centro de acogida.

Desde su casa vio el río desbordarse y las enormes piedras que arrastraba y recuerda abatida que, aunque ella pudo salvarse, vecinos a los que conocía bien aparecieron entre las 42 víctimas de la tragedia que se cuentan hasta ahora oficialmente.

Las autoridades dan además por desaparecidas a trece personas, de las que tres se cree que vivían en Ribeira Brava.

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