Diez años después, Georgia relega al olvido la Revolución de las Rosas

  • Diez años después de la Revolución de la Rosas que llevó al poder al ahora expresidente Mijaíl Saakashvili, el gran aliado de Estados Unidos en el Cáucaso, Georgia relega la efeméride al olvido y busca vías de mejorar las relaciones con Rusia sin perder su vector de integración con la Unión Europea.

Mijaíl Vignanski

Tiflis, 23 nov.- Diez años después de la Revolución de la Rosas que llevó al poder al ahora expresidente Mijaíl Saakashvili, el gran aliado de Estados Unidos en el Cáucaso, Georgia relega la efeméride al olvido y busca vías de mejorar las relaciones con Rusia sin perder su vector de integración con la Unión Europea.

Por primera vez desde el 23 de noviembre de 2003, cuando una revuelta popular pacífica liderada por Saakashvili obligó a dimitir al entonces presidente georgiano, Eduard Shevardnadze, Georgia no celebra el aniversario de la revolución, en lo que, para muchos, es la más clara constatación de su fracaso.

Para Shevardnadze, exministro de Asuntos Exteriores de la desaparecida Unión Soviética, hace diez años no hubo ninguna revolución, sino "un intento de golpe de Estado".

"Los manifestantes irrumpieron en el Parlamento no sólo con flores, sino también con armas", dijo a Efe el político georgiano, de 85 años.

Después de abandonar el Legislativo, ocupado por los manifestantes, Shevardnadze decretó el estado de excepción, pero ese mismo día revocó su decisión para evitar el derramamiento de sangre y, tras reunirse con los líderes de la revuelta, anunció su dimisión.

"Saakashvili traicionó los ideales de la revolución, traicionó a sus compañeros, renunció a la lucha por la democracia y contra la corrupción", dijo hoy a Efe la expresidenta del Parlamento Ninó Burdzhanadze, quien hace diez años fue una de las figuras clave de la Revolución de las Rosas.

En 2008, Burdzhanadze rompió con su aliado y fundó el opositor Movimiento Democrático Georgia Unida.

"El desengaño llegó varios años después de la revolución, cuando la mayoría de los georgianos vio que el equipo de Saakashvili era un puñado de aventureros que muy pronto olvidaron las demandas de los manifestantes e implantaron un régimen cuasifascista", declaró a Efe el exministro georgiano Gueorgui Jaindrava.

Precisamente la desilusión, en opinión de Jaindrava, llevó a la victoria abrumadora de la oposición en las elecciones parlamentarias de octubre del año pasado.

Saakashvili, que en 2004, dos meses después de la Revolución de las Rosas, fue elegido con el 98 por ciento de los votos, recuerda en Estados Unidos los acontecimientos que hace diez años lo encumbraron al poder.

El expresidente ha declarado que hará una "pausa" en sus actividades políticas en el país para dedicarse a la docencia o al trabajo de investigación en Occidente.

Al comienzo de su gestión, Saakashvili enfocó su agenda en la lucha contra la corrupción y la restauración de la integridad territorial de Georgia, mermada por la escisiones de Osetia del Sur y Abjasia a comienzos de la pasada década de los 90.

Su política exterior, orientada hacia Occidente, elevó las tensiones con Rusia, que, a su vez, incrementó su respaldo a las regiones separatistas georgianas.

El 8 de agosto de 2008, el presidente georgiano envió tropas a Osetia del Sur, a lo que Rusia respondió con una ataque militar que detuvo cinco días después en las puertas de la capital georgiana.

Georgia rompió relaciones diplomáticas con Rusia y abandonó la postsoviética Comunidad de Estados Independientes.

Pero no fue la derrota en la guerra la que selló el fin de Saakashvili, sino la difusión de un vídeo con torturas en un cárcel de Tiflis en vísperas de la elecciones parlamentarias de octubre del año pasado.

Algunos analistas sostienen que Saakashvili podría ser procesado por obstruir la investigación de la muerte en 2005 del primer ministro, Zurab Zhvania; ordenar la invasión de Osetia del Sur y la disolución violenta de un mitin opositor en Tiflis en mayo de 2011, en la que murieron tres manifestantes y un policía.

"Georgia tiene la misión histórica de servir de puente entre Europa y Asia. Pese a los problemas existentes, estamos dispuestos a profundizar el diálogo con Rusia paralelamente a la integración en las estructuras euroatlánticas", dijo Gueorgui Margvelashvili, el nuevo presidente georgiano, al asumir el cargo el pasado día 17.

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