Dime cómo reciclas y te diré cuánto paga el ciudadano

  • Cada vez más países adoptan el sistema de devolución, depósito y retorno de envases, más eficaz y más barato para el ciudadano que el contenedor amarillo.
Sara Acosta

La del contenedor amarillo forma parte de una política de reciclaje de envases que ha demostrado sus límites. En teoría, la Ley de Residuos de 1998, actualmente en vigor, obliga a las empresas envasadoras a “hacerse cargo directamente de la gestión de los residuos derivados de sus productos, o participar en un sistema organizado de gestión de dichos residuos, o contribuir económicamente a los sistemas públicos de gestión de residuos, en medida que se cubran costes atribuibles a la gestión de los mismos”. En la práctica, la tímida conciencia ‘verde’ de los ciudadanos empuja cada año millones de envases al contenedor gris, esto es, a las incineradoras.

Un estudio realizado por la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable apunta a que sólo el 30% de los envases termina en el contenedor amarillo, es decir, gestionado por Ecoembes, la asociación sin ánimo de lucro que integran las empresas envasadoras y que pagan por la gestión del reciclaje. El 70% restante acaba en el contenedor gris y es gestionado por los Ayuntamientos, es decir, por los ciudadanos.

Sin embargo, existe una fórmula que podría resultar más eficaz y más barata para el contribuyente. Sólo en la Unión Europea, Alemania, Holanda, Finlandia, Estonia, Dinamarca y Suecia desarrollan desde hace años un sistema de devolución, depósito y retorno de envases. En España también existió para los envases retornables. Pero la entrada de latas y botellas de un solo uso, en los años sesenta, terminó con esta gigante red de reciclaje ciudadano.

La novedad ahora consiste, precisamente, en que este sistema en boga en muchos países sirve para envases de un solo uso. Funciona a base de un sobrecoste en la compra del envase, por el que una vez devuelto a una máquina expendedora, el consumidor recupera el dinero. En Alemania, este sistema se aplica desde el año 2003 para el agua mineral, la cerveza, los refrescos, el zumo y el vino. Por 25 céntimos más, el cliente recupera su inversión. En caso de que ese envase termine en la calle, en un bosque o en una playa, fomenta la creación de empleo, para quien se dedique a recoger los envases y devolverlos.

Según cifras de por la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos y el Consumo Responsable, los países nórdicos “muestran resultados de recuperación superiores al 95%. En Alemania roza el 97%”. A ello se añade que los costes de gestión de los envases recaen sobre los productores, “cumpliendo el principio de responsabilidad del productor”. La óptima calidad de los materiales recogidos permite que los envases se puedan reciclar para usos alimentarios. Con este tipo de sistema los ciudadanos participan de forma más directa en el reciclaje y se reducen los costes de la limpieza urbana.

En Alemania, y hasta la introducción del sistema de devolución, depósito y retorno ne el año 2003, entre 1.000 y 2.000 botellas acababan en la calle. Desde entonces, “el vertido incontrolado de estos envases prácticamente ha desaparecido”, explican desde este organismo.

Esta fundación, junto a la Federación de Ecologistas de Cataluña, el Centro de Ecología y Proyectos Alternativos  y Ecologistas en Acción reclaman que este tipo de sistemas se incluyan en la nueva Ley de Residuos que tramita el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y que entrará en vigor a finales de 2010.

Mostrar comentarios