El CSIC confirma el recorte de la mortalidad de la tortuga boba en Cabo Verde

  • La mortalidad de la tortuga boba, Caretta caretta, en la isla de Boavista de Cabo Verde se ha reducido notablemente desde 2007 gracias a los esfuerzos y la sensibilización de la población de la zona y al trabajo de los voluntarios internacionales que cuidan de estos ejemplares.

Madrid, 22 jun.- La mortalidad de la tortuga boba, Caretta caretta, en la isla de Boavista de Cabo Verde se ha reducido notablemente desde 2007 gracias a los esfuerzos y la sensibilización de la población de la zona y al trabajo de los voluntarios internacionales que cuidan de estos ejemplares.

La mejor evolución de esta especie en peligro de extinción ha sido confirmada por un grupo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que desde 2007 lleva a cabo un censo de la población de tortugas bobas.

Los investigadores creen que esta tendencia positiva se debe a los esfuerzos y sensibilización de la población autóctona, a las iniciativas desarrollo sostenible de las comunidades locales y al trabajo de los voluntarios internacionales que, instalados en las playas caboverdianas, protegen a estos ejemplares.

La isla de Boavista alberga la segunda población de tortuga caretta más importante del Atlántico y la tercera del mundo después de Florida y Omán.

"La densidad de nidos de algunas playas es excepcional y al final de la temporada se pueden encontrar más de 4.000 por kilómetro lineal", explica el investigador del CSIC Adolfo Marco, de la Estación Biológica de Doñana.

Según el censo, en menos de setenta kilómetros de playa anidan anualmente una media de 3.700 hembras adultas, que realizan una media de unos 15.000 nidos.

Esta alta densidad "favorece el seguimiento y la protección de las tortugas, y es una gran oportunidad para el desarrollo de un ecoturismo responsable, aunque al mismo tiempo pone de manifiesto la fragilidad de esta colonia reproductora ante cualquier circunstancia", advierte Marco.

Después de nacer, las tortugas se dispersan desde Cabo Verde por todo el océano Atlántico y muchas llegan al litoral español, donde representan el segundo grupo más importante por origen.

Pese a las distancias que deben recorrer, las caretta regresan siempre a la playa en la que nacieron para reproducirse o nidificar.

Las mayores amenazas para la conservación de estas tortugas son: la caza de madres mientras hacen el nido, la inundación de las playas relacionada con la elevación del nivel del mar provocada por el calentamiento climático, la depredación de los cangrejos fantasma y la muerte de los causada por hongos patógenos.

Todos ellos son problemas "graves aunque independientes", explica el investigador.

Uno de ellos, es la tradicional caza y consumo de carne de tortuga entre la población de Cabo Verde.

En 2007 se cazaron más de 1.200 hembras en las playas de Boavista, es decir, más del 36 por ciento de las hembras reproductoras de esa temporada, una tasa insostenible que podría provocar su extinción en el Atlántico oriental".

No obstante, el estudio del CSIC confirma que la caza ha decrecido gracias a los programas de concienciación local.

Así, en 2008, la caza de hembras bajó al 18 por ciento (408 capturas), en 2009 al 5 por ciento (215 capturas) y en 2011 sólo se cazaron 55 tortugas en toda Boavista.

"El descenso tan importante de la caza de madres permitirá un aumento de nidos en las playas. También estamos trabajando activamente para reducir la muerte de huevos en la playa, mediante el traslado de nidos a zonas seguras donde la supervivencia es mucho más alta", concluye el investigador.

El proyecto ha contado con la colaboración de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, la ONG caboverdiana Cabo Verde Natura 2000, y el apoyo de la Fundación Biodiversidad.

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