El Festival de Máscaras Ibéricas revive en Lisboa siglos de cultura popular

  • Las leyendas y la diversión de los enmascarados, una tradición con la que pueblos ibéricos ahuyentaban a los malos espíritus en tiempos precristianos, volvió hoy a revivirse en las calles de Lisboa en un folclórico y vistoso desfile popular.

Lisboa, 12 may.- Las leyendas y la diversión de los enmascarados, una tradición con la que pueblos ibéricos ahuyentaban a los malos espíritus en tiempos precristianos, volvió hoy a revivirse en las calles de Lisboa en un folclórico y vistoso desfile popular.

Las comunidades de Galicia, Castilla y León, Extremadura, Asturias y País Vasco fueron este año los representantes españoles de este séptimo Festival de Máscaras Ibéricas, que se organiza junto a cinco regiones de Portugal.

El pasacalles -considerado la mayor muestra temática de cultura popular de Europa- fue una vez más el gran escaparate del certamen, gracias a los bailes, saltos y tambores de extravagantes seres fantásticos enfundados en enigmáticas máscaras.

Estos disfraces -elaborados con madera, paja, corcho, metal, pieles y colorido satén, entre otras materiales- rememoran los rituales agrícolas ancestrales con los que se pedía fecundidad para la Tierra o se invocaba a dioses paganos durante el final del invierno y el principio de la primavera.

De Zamora (Castilla y León), la provincia que más grupos de "mascaradas" trajo a la marcha, llegaron seres como "el Pajarico" y "el Caballico de Villarino" y una leyenda que recuerda cómo los jóvenes espantaban a los pájaros para que no se comiesen los cultivos.

"Es un ritual ancestral, precristiano en muchos casos, que representa una situación de alborozo y alegría en una época del año en que hay poca ocasión para ello", explicó a Efe José Luis Prieto Calderón, diputado provincial de Turismo de Zamora.

Cáceres (Extremadura) presentó "Los Negritos de Montehermosos", bailarines con la cara tiznada con corcho quemado con supuestos efectos mágicos.

Las notas de música y un poco malabarismo fueron la aportación de los históricos "Sidros" asturianos, unos saltarines con una cabeza de piel y lana de oveja.

Algunas de estas fiestas están ligadas al Carnaval como en el País Vasco, donde surge el personaje del Momotxorro, un monstruo con cuerno, crin de cabello y sangre de animales sacrificados.

También coincide con el espíritu carnavalesco el estruendo de los tambores de Galicia, que irrumpió en el centro de Lisboa de la mano de Los Boteiros de Viana do Bolo.

Desde la ciudad portuguesa de Aveiro viajaron a Lisboa los cardadores de Vale de Ílhavo, unos irreverentes seres que representan la iniciación a la vida adulta de los jóvenes solteros con ruidosos cencerro.

El festival se acompaña de una feria de gastronomía y artesanía popular con productos típicos de España como vinos, el jamón serrano o ternera, y otros de Portugal, como embutidos y bebidas locales como la Ginjinha de Óbidos, un azucarado licor elaborado a partir de guindas.

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