El flujo de refugiados, un reto para Alemania y un tema para la ultraderecha

  • El incremento del flujo de refugiados llegados a Alemania representa un reto para las autoridades que, además, deben hacer frente a los movimientos de ultraderecha que intentan sacar provecho del problema.

Rodrigo Zuleta

Berlín, 22 nov.- El incremento del flujo de refugiados llegados a Alemania representa un reto para las autoridades que, además, deben hacer frente a los movimientos de ultraderecha que intentan sacar provecho del problema.

Hoy, hubo una manifestación en Marzahn, al este de Berlín, con cerca de quinientas personas que protestaron contra la creación de un nuevo centro de acogida para refugiados en la vecindad que ha sido aprovechado por los neonazis con fines propagandísticos.

Esa manifestación no es la primera ni será la última ante una situación de difícil gestión, ante todo para las autoridades municipales.

Entre enero y septiembre, se registraron en Alemania 136.036 peticiones de asilo y se espera que al final de año se alcancen las 230.000, cifra que duplicaría con creces la de 2013, cuando llegaron 109.600 personas que solicitaron asilo.

En términos absolutos, Alemania es el país europeo que más refugiados y peticionarios de asilo recibe, aunque en proporción con la población del país, la superan Suecia, Malta, Holanda y Chipre.

El ministro de Interior, Thomas de Maiziere, ha advertido, en declaraciones que publica mañana el diario "Der Tagesspiegel", que no es de esperar que las cifras bajen pronto.

"Tenemos cerca de 50 millones de refugiados en todo el mundo, la cifra más alta desde la II Guerra Mundial. Las cifras en Alemania tampoco bajarán a corto plazo. Tenemos que prepararnos para cifras altas de refugiados y peticionarios de asilo durante años", dijo el ministro.

La situación es tal que los hogares de acogida no tienen más cabida, lo que lleva en ocasiones al hacinamiento y a que las ciudades alemanas se vean obligadas a buscar nuevos alojamientos, lo que a veces despierta resistencia por parte de los vecinos.

En Berlín, según dijo el encargado de Asuntos Sociales del distrito de Neuköln, Bernd Szczepanski, en un encuentro con la prensa extranjera, hay centros de acogida con capacidad declarada para 5.000 refugiados que actualmente alojan a 11.000 personas.

La situación es similar en casi todos los lugares de Alemania. En Múnich, por ejemplo, el alcalde Dieter Reiter dio la alarma al advertir de que no podía seguir recibiendo refugiados en determinados hogares porque eso implicaba crear una situación indigna y irresponsable.

Ante ello, se buscan nuevas alternativas, desde la compra de hoteles por parte de municipios como en Colonia (oeste de Alemania) o en Bautze (este del país) hasta la creación de barrios de contenedores o coches-casa, como se ha decidido en Berlín.

Las autoridades municipales, que son las que a la postre tienen que encargarse de los refugiados y de su integración, buscan, cuando se ha tomado la decisión de crear un nuevo hogar de acogida, dialogar con los vecinos tratando de mitigar sus temores.

La ultraderecha, por su parte, intenta movilizar esos temores y presentar la llegada de refugiados como una especie de invasión que amenaza la identidad de Alemania.

En algunos lugares, los nazis tienen dificultades para ganar el apoyo de la población.

"Aquí en Neuköln tenemos pocos problemas. Naturalmente cuando creamos el último hogar de refugiados también hubo protestas y los neonazis estuvieron muy activos. Pero también hay grupos que defienden a los refugiados", dijo Szczepanski.

"Así, a una manifestación a la que asistieron 20 neonazis se respondió con una contramanifestación de 200 defensores del derecho al asilo", explicó.

Sin embargo, el caso de Neuköln, un barrio con gran cantidad de inmigrantes y con gran experiencia en problemas de integración, no es del todo representativo de lo que ocurre en otros rincones de Berlín y de Alemania.

No en todas partes las cosas funcionan tan bien, dentro de las dificultades innegables, como asegura Szczepanski que ocurre en su distrito. Así, por ejemplo, Marzahn, en el este de Berlín, representa un fuerte contraste con Neuköln.

Las protestas allí, orquestadas por neonazis con el permiso de las autoridades, son contra los planes de crear un centro de acogida formado por contenedores, y a ellas se ha han sumado vecinos comunes y corrientes.

Los participantes en la contramanifestación doblaron en número a quienes protestaban contra el hogar de acogida. Pero muchos temen que en esa zona de Berlín, con muchos problemas sociales, el pensamiento de ultraderecha esté empezando a arraigar, a costa de los refugiados.

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