El padre que ayudó en el parto asistido por teléfono querría ahorrarse la experiencia

  • Linyola (Lleida).- "Hemos pasado muchos nervios. Ha sido una experiencia muy emocionante pero, si me dan a elegir, preferiría habérmela ahorrado", asegura Francesc Vallès, quien el pasado viernes tuvo que ayudar a su mujer a dar a luz a su hija Mónica en su casa de Linyola siguiendo las instrucciones dadas por teléfono por una doctora del Servicio de Emergencias Médicas.

Una mujer alumbra un bebé con la ayuda telefónica de la doctora de Servicio de Emergencias
Una mujer alumbra un bebé con la ayuda telefónica de la doctora de Servicio de Emergencias

Linyola (Lleida).- "Hemos pasado muchos nervios. Ha sido una experiencia muy emocionante pero, si me dan a elegir, preferiría habérmela ahorrado", asegura Francesc Vallès, quien el pasado viernes tuvo que ayudar a su mujer a dar a luz a su hija Mónica en su casa de Linyola siguiendo las instrucciones dadas por teléfono por una doctora del Servicio de Emergencias Médicas.

Y es que todo pasó tan rápido que la sensación que más recuerdan los protagonistas de este curioso nacimiento son los nervios que pasaron todos.

"El viernes por la mañana yo estaba tan tranquila en casa, con mi hijo de dos años y medio, cuando me empezaron las contracciones. Era normal porque ya había cumplido hacía una semana, pero al estar sola me puse muy nerviosa", ha explicado a Efe Olga Díaz, la madre de la pequeña.

En seguida llamó a su madre y a su marido, agricultor, que se encontraba trabajando en el campo. El problema es que, mientras hacía las llamadas, Olga ya notó que estaba de parto y fue consciente de que no le iba a dar tiempo a llegar al hospital.

"Mi hijo pequeño vio como rompía aguas en la cocina y me avisó. Entonces noté que no podía parar las contracciones y me fui a tumbar a la cama. Enseguida llegó mi madre y poco después mi marido, que ya estaba hablando por teléfono con la doctora. Lo demás fue todo muy rápido y sólo recuerdo que en poco tiempo la niña estaba fuera y llegó la ambulancia", recuerda Olga.

El relato de Francesc, que fue el que atendió las indicaciones de la doctora por teléfono desde la sede del SEM, en L'Hospitalet de Llobregat, coincide con su mujer en destacar que todo pasó con mucha celeridad, por lo que se le hace difícil recordar los detalles de cómo ayudó a sacar a su hija del vientre de su mujer.

"Cuando mi mujer me avisó de que estaba de parto -relata- lo primero que hice fue llamar al 061. En cuanto se dieron cuenta de la urgencia de mi llamada, me pasaron con una doctora, que fue la que me atendió por teléfono. Ella me fue diciendo lo que tenía que hacer, pero sólo recuerdo que todo fue muy rápido".

Y es que poco después de que Francesc llegara a su casa vio cómo empezaba a salir la cabeza de la niña. "Me puse muy nervioso porque, siguiendo las instrucciones de la doctora, tuve que comprobar que la niña no llevara el cordón umbilical atado al cuello. Pero afortunadamente todo estaba bien y salió enseguida", explica ahora, algo más relajado.

Lo siguiente que recuerda es que, nuevamente atendiendo las indicaciones de la doctora por teléfono, ató una cuerda al cordón umbilical del bebé.

"Unos cinco minutos después ya llegó el médico del pueblo y, seguidamente, la ambulancia, que atendieron a la niña y a la madre y se las llevaron al hospital", continúa relatando Francesc.

La abuela de la pequeña, Pilar Serrano, y el otro hijo de Olga, Toni, fueron los otros dos miembros de la familia que asistieron al parto en casa, aunque el pequeño "no se enteró de lo que pasaba", según relata la abuela, que explica con orgullo cómo nada más salir su nieta ella misma le movió un poco la cabecita haciendo que el bebé reaccionara y arrancara a llorar.

"Fue muy bonito pero también pasamos muchos nervios. Yo he parido cuatro niños pero en el hospital y siempre con ayuda médica. Por eso no sabía qué hacer. Lo pasamos muy mal temiendo que algo pudiera salir mal", señala Pilar.

Afortunadamente, todo fue bien y ahora Mónica duerme plácidamente en su casa en Linyola mientras su madre, Olga, intenta olvidar lo mal que lo pasó "al haber tenido un parto natural sin elegirlo" y su padre, Francesc, aún conserva el miedo en el cuerpo pensando en qué hubiera ocurrido si algo hubiera ido mal.

"Esperamos no volver a pasar por algo así", concluyen ambos con determinación.

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