El Plan Bolonia no consigue reducir el número de alumnos por grupo pero aumenta el control sobre los estudiantes

  • Profesores y alumnos lamentan la utopía creada sobre las clases con grupos de 25 estudiantes, mientras que desde las universidades destacan la disminución del fenómeno del absentismo gracias al mayor control a través de las actividades extras. 
Una veintena de estudiantes cortan el tráfico en el Paseo del Prado protestando contra el plan Bolonia.
Una veintena de estudiantes cortan el tráfico en el Paseo del Prado protestando contra el plan Bolonia.
Centro de Medios
Creu Ibáñez

Las luces y sombras de la aplicación del Plan Bolonia, que no se completará hasta el próximo curso, ya se están comprobando en las titulaciones universitarias en las que se ha empezado a aplicar. Alumnos, profesores y las propias universidades ven una misma sombra: la nueva metodología (división entre clases magistrales, clases prácticas y trabajos en grupo) no puede hacerse efectiva porque el número de alumnos en las clases sigue siendo excesivo.

El llamado Plan Bolonia, aprobado en junio de 1999 por 29 países europeos, supone la convergencia de los sistemas universitarios europeos, es decir, la creación de una zona europea con una única educación superior para favorecer la movilidad y la empleabilidad de los estudiantes y los titulados.

Pero las sombras de este primer año de aplicación del Plan Bolonia se ciernen sobre el número de alumnos que asiste a cada clase. "La idea inicial de los profesores era que se iba a poder trabajar con grupos de estudiantes mucho más reducidos, pero en realidad nos estamos moviendo en los mismos parámetros que antes", lamenta el vicerrector Política Académica y Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Carlos Andrados.

En este sentido, explica que en la actualidad "se tienen los mismos recursos o menos que antes porque estamos en época de contracción presupuestaria y las vacantes no se han cubierto y a esto le tenemos que añadir que ha habido un pequeño incremento de alumnos". En su opinión, "esto está produciendo una cierta frustración porque somos muchos los que pensábamos tener una organización docente mucho más personalizada y menos masificada". No obstante, Andrados reconoce que este aspecto de Bolonia se había mitificado ligeramente.

De la misma opinión es Mateo, estudiante de Periodismo de la Complutense, que afirma que precisamente uno de los aspectos positivos que tenía Bolonia era la reducción del número de alumnos por grupos, por lo que lamenta que esto haya sido justo lo que no se ha cumplido.

Los que lo dejan todo para el final tendrán problemas

La metodología también está obligada a cambiar, aunque tiene sus desventajas. Así, un profesor de la UNED cree que este nuevo sistema es "algo extraño para el típico estudiante español, que, en general, lo deja para el final" y, además, es mucho más laborioso para el profesor, que "tiene que hacer muchas pruebas y mucho seguimiento" personalizado de cada uno de los alumnos.

Sin embargo, el vicerrector madrileño cree que con el Plan Bolonia se ha ganado en planificación, ya que "obliga a los profesores a hacer una programación sistemática de toda la asignatura a lo largo del curso académico". Así, se programan las clases teóricas y magistrales junto con los seminarios (con asistencia más reducida) y los seguimientos de la elaboración de los trabajos obligatorios.

Por su parte, los alumnos se quejan de la reducción del tiempo de estudio. Álvaro, que cursa Ingeniería Informática en la Universidad de Alcalá de Henares, cree que el aumento de trabajos extras es un hándicap a la hora de planificar las horas de estudios para exámenes.

Aprobar es más fácil

En este curso una media del 50% de las titulaciones se ha regido según Bolonia, como en la Universidad Complutense de Madrid, mientras que la otra mitad entrarán en el curso 2010-2011. Así, el vicerrector destaca uno de los aspectos positivos logrados gracias a Bolonia: se ha disminuido el fenómeno del absentismo, porque ahora "hay un seguimiento más continuo del alumno".

Un aspecto que algunos estudiantes, como Fernando de la Universidad Europea, lo consideran negativo, porque hay muchos alumnos que compaginan sus estudios con un trabajo con el que se pagan los mismos, por lo que este control exhaustivo es perjudicial, en su opinión.

De hecho, el vicerrector de Política Académica de la UCM admite que los estudiantes "se sienten más controlados y eso redundan en que trabajan más, pero se quejan de que es un régimen similar al instituto en lugar de un planteamiento abierto y de libertad".

No obstante, algunos alumnos ven aspectos positivos en la nueva metodología. Fernando estudia Derecho y Económicas en la Universidad Europea y asegura que "a nivel académico el aprobado es más fácil de conseguir, porque no hay exámenes como tal, sino que son pruebas integradoras que en el global no valen más del 50% de la nota de la asignatura".

En opinión de Fernando, estos cambios facilitan el aprobado a los alumnos con problemas para estudiar, ya que se ha aumentado el número de trabajos en grupo y las clases prácticas.

Meritxell, estudiante de Empresariales por la UNED, afirma que una de las ventajas que le va a aportar la aplicación de Bolonia es económica. Esta estudiante catalana va a aprovechar que su universidad elimina su carrera para adaptar al nuevo Grado, por lo que las tasas que tiene que pagar a un 80% de su precio ordinario.

Sin embargo, uno de los problemas en su caso --el paso de una diplomatura a un grado-- es la modificación de algunas asignaturas. En este sentido, Álvaro de Alcalá de Henares cree que estos cambios son "demasiado liosos" y que provocan que sea todo mucho más denso al unir materias en una sola, como por ejemplo Álgebra y Cálculo en la nueva Matemáticas.

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