El quiero y no puedo del Chromecast de Google para la televisión

    • Es muy barato, sí, pero se queda a medio camino de lo que ofrece Nexus TV Player, Apple TV, Roku o Amazon Fire.
    • Necesita de un dispositivo externo -un ordenador, un teléfono, una tableta- que envíe contenidos a la televisión.
Google le ha dado una capa de color al Chromecast para que no desentone con la decoración del salón. (Google)
Google le ha dado una capa de color al Chromecast para que no desentone con la decoración del salón. (Google)

Es más bonito, casi imperceptible, y su precio es irrisorio comparado con la competencia. Los 39 euros que cuesta el Chromecast, la puerta de entrada de Google para la televisión, lo convierten en una compra muy apetecible para todos aquellos consumidores que no tienen televisión inteligente y que no tienen pensado gastarse 300, 400 o 500 euros en cambiar el equipo de casa.

El Chromecast, como lo es su descendiente, el Chromecast Audio, es un canto a la sencillez. Es un pequeño disco circular que se conecta a un puerto HDMI y que pasa totalmente desapercibido en la parte trasera del televisor. Basta con descargarse la aplicación correspondiente para el teléfono, seguir unos sencillos pasos para conectar el gadget a nuestra red de wifi casero y en pocos segundos tendremos la opción de enviar contenidos a la gran pantalla.

El gran problema que plantea el Chromecast es que, por sí solo, no ofrece soluciones al consumidor. Es un intermediario entre los contenidos que una persona tiene en su teléfono móvil y la televisión y es ahí donde pierde puntos frente a la competencia. Sí, el Chromecast es más barato y es tan sencillo de utilizar que está hecho para práticamente cualquier consumidor con unas mínimas nociones de uso de un smartphone.

Pero frente a la competencia que ha fabricado opciones más complejas -Apple TV, Amazon Fire TV, el propio Nexus Player, también de Google-, el Chromecast se queda algo corto. Cualquiera de las opciones citadas en este párrafo es autónoma, no necesita de dispositivos externos para enviar contenido y eso se traduce en una palabra: comodidad. Comodidad para un usuario que, una vez conectado el dispositivo, sólo tiene que tirar del mando a distancia para escoger qué quiere ver sin preocuparse de terceros dispositivos o de que estos no se queden sin batería a mitad de un capítulo de Orange is the New Black.

Sí, el Chromecast es muy bonito pero, a estas alturas, tiene una competencia que le deja un escalón por debajo en cuanto a prestaciones.

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