La inmigración francesa es una política de estado que genera tensiones incluso en el socialismo francés. Hollande ha tenido que mediar entre las discusiones entre ministros de su gabinete, concretamente entre el titular de Interior, Manuel Valls y la ministra de Vivienda.
Valls se mostró partidario de expulsar a 20.000 rumanos de etnia gitana, argumentando que no se integran en la sociedad francesa. "Los gitanos deben regresar a Rumanía y a Bulgaria", donde tienen que hacer "esfuerzos para su integración", afirmó.
Estas palabras contrastan con las que pronunció poco después de acceder al cargo, cuando flexibilizó la política de inmigración de su predecesor Claude Gueant. Valls redujo en un principio las reconducciones de los inmigrantes a la frontela y flexibilizó los criterios para obtener la nacionalidad francesa. Incluso rebajó de 110 a 50 el precio del visado de entrada en el país, esgrimiendo argumentos contrapuestos a los de ahora: "Francia es una tierra de acogida", dijo en su momento.
Además, la política restrictiva del anterior gobierno conservador, presidido por Sarkozy, fue objeto de crítica constante por parte de la entonces oposición socialista liderada por François Hollande. En concreto, censuró la intención que tenía el anterior presidente de reducir a la mitad la entrada de inmigrantes, para dejarla en cien mil personas al año.Los franceses, a favor
Según un reciente sondeo, el 77 por ciento de los franceses está a favor de limitar la inmigración. En las personas que se declaran "de derechas" este apoyo asciende al 94 por ciento. Las que se declaran de izquierdas lo apoyan en un 55 por ciento.
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