El vértigo de esquiar en Cachemira

  • Atraídos por los bajos precios o por surcar nieve virgen a los pies del Himalaya, aficionados al esquí de todo el globo han hallado un filón en la exótica estación de Gulmarg en la región de Cachemira, que se disputan la India y Pakistán.

Igor G. Barbero

Gulmarg (India), 4 feb.- Atraídos por los bajos precios o por surcar nieve virgen a los pies del Himalaya, aficionados al esquí de todo el globo han hallado un filón en la exótica estación de Gulmarg en la región de Cachemira, que se disputan la India y Pakistán.

Los más atrevidos pueden intentar superar desniveles casi verticales desde más de 4.000 metros de altitud en la cordillera de Apharwat, el punto en que deja el telecabina más elevado del planeta, construido hace pocos años por los franceses.

Para los más noveles hay también recorridos menos complicados a lo largo de los 5,2 kilómetros de las pistas de la estación, situada en un océano de enormes cedros a 52 kilómetros de Srinagar, la capital de verano de la Cachemira india.

"Me encanta lo salvaje del lugar. Excepto por el telesilla es como si te dejaran en medio del bosque. Las pistas no están marcadas, sube la adrenalina y la sensación de peligro", dice a Efe Jordi Castellà, un fanático del "snowboard" residente en Delhi.

Canadienses, japoneses, neozelandeses, alemanes; son muchos los amantes de la tabla y los bastones que como el catalán Castellà se animan a probar la experiencia cachemir -o "la Suiza de Asia"- en una temporada que en ocasiones se extiende desde noviembre a junio.

Lejos de buscar templos milenarios o encantadores de serpientes, algunos vienen a la India solo para practicar el deporte blanco.

"Gulmarg es la estación de esquí más asequible del mundo. No es tan comercial, los precios son un cuarto de los de Europa, la nieve es sublime y hay mucho sol", defiende en declaraciones a Efe Faruq Shah, el director del departamento de Turismo de Cachemira.

Las tarifas son, ciertamente, propias de tiempos de crisis.

Por 500 rupias al día (10 dólares) se puede alquilar botas y esquís en las tiendas de la zona, en las que también se ofertan accesorios como pantalones, abrigos y cascos de reconocidas marcas internacionales, aunque a veces están en estado algo precario.

Y el "forfait" para disfrutar sin límites de toda la jornada sale por 700 rupias (catorce dólares), a las que hay que sumar una cantidad adicional si se quiere llegar a las cotas más altas.

El germen de la estación de Gulmarg lo puso en 1927 el Imperio Británico con la creación del Club de Esquí de la India, y las instalaciones, que en verano albergan un campo de golf de 18 hoyos, fueron modernizadas para los Juegos Nacionales de Invierno de 1998.

La apertura de un telecabina en esa fecha y de otro más siete años después han multiplicado exponencialmente los ingresos de la estación, que en poco más de un lustro ha pasado de tener un millar de esquiadores extranjeros por temporada a unos 5.000 actuales.

El dato no es baladí; son los foráneos los que principalmente dan vida a las pendientes de Gulmarg, donde aparte de instructores cachemires pocos indios se atreven a ponerse unos esquís.

"Los indios apenas esquían, aquí no tenemos cultura de este deporte pero los extranjeros se divierten mucho", afirma a Efe Tanvir Ahmed, un joven instructor que lleva 12 años deslizándose por las montañas nevadas de su región.

Muchos indios acuden a la zona, no obstante, para ver la nieve por primera vez, disfrutar del paisaje y dejarse llevar en pequeños trineos arrastrados por lugareños religiosamente vestidos con el "feran", un abrigada túnica autóctona que cubre hasta los pies.

Lo idílico del entorno natural puede hacer olvidar que Cachemira, de mayoría musulmana, es una de las zonas más calientes y militarizadas del planeta.

Se la reparten China, la India y Pakistán, y estos dos últimos países han librado dos guerras y otros conflictos menores por su soberanía desde la independencia de ambos hace más de seis décadas.

Pero la ausencia de disturbios continuados desde las protestas civiles de verano de 2010 ha llevado a la Cachemira india a registrar un máximo histórico de turistas.

Los 1,3 millones de visitantes del año pasado superaron en el doble a los del ejercicio previo, marcado por "un problema local", eufemismo utilizado por el director de Turismo para referirse a los choques con fuerzas de seguridad que dejaron más de cien muertos.

"Si la situación buena sigue, hay planes de inversiones en hoteles y nuevas infraestructuras. Y francamente, en Cachemira tenemos la mejor oferta", asegura convencido Shah.

Mostrar comentarios