Emigración: ¿problema o ventaja después de la crisis?

    • "Que lleguen menos inmigrantes es negativo, y que se vayan extranjeros, españoles y españoles autóctonos lo es aún más", afirma una investigadora del CSIC.
    • "Si mantienen vínculos, si vuelven con un conocimiento añadido, si crean empresas y contratan a trabajadores españoles, pueden llegar a ser un bien valioso", añade.
La emigración al extranjero crece más de un 70% en Cantabria desde el comienzo de la crisis, según Asempleo
La emigración al extranjero crece más de un 70% en Cantabria desde el comienzo de la crisis, según Asempleo
PGL

Aunque es difícil obtener las cifras reales sobre la emigración española registrada durante los últimos años, los datos hablan de una oscilación de entre 40.000 y120.000 autóctonos y de los 225.000 a los 700.000 españoles – autóctonos y nacionalizados –. Pero, ¿qué interpretación debemos deducir de esta tendencia? ¿Hablamos de un necesario reajuste para la estabilidad o son unas cifras alarmantes?

La investigadora del CSIC, Amparo González Ferrer, en su estudio 'La nueva emigración española. Lo que sabemos y lo que no' para la Fundación Alternativas, se trata de un problema resuleto a corto plazo para el Gobierno de turno, que obseva el descenso de la población activa y por extensión, del paro. "En términos macroeconómicos el problema es que estamos perdiendo población activa que podría estar contribuyendo al sostenimiento del estado de bienestar español y en vez de esto están generando riqueza en otros países y nosotros, a cambio, estamos recuperando emigrantes en edad avanzada", ha aseverado.

Aún así esto no supone que estemos hablando de una emigración masiva.Desde hace cinco años han salido 225.000 españoles – autóctonos y nacionalizados – y 1,5 millones de extranjeros de España y sin embargo el saldo entre los extranjeros que salen y los que llegan empieza a ser negativo a partir de 2012 y en todo el período de crisis el saldo es sólo de 152.000 extranjeros menos. A pesar del inicio de una tendencia negativa, en España sigue habiendo 6,5 millones de inmigrantes, más del triple de los españoles que residen en el extranjero, que son 1,9 millones.

"Siguen viniendo extranjeros, pero cada vez menos, y casi siempre se debe a la reagrupación familiar. Aquí siguen teniendo más protección estatal y más seguridad que en sus países de origen, pero no debemos equivocarnos. Que lleguen menos inmigrantes es negativo, que se vayan extranjeros es negativo, que se vayan españoles y encima españoles autóctonos es aún más negativo y que los que se van estén aumentando y lo hagan a un ritmo superior que los que se marchan de Italia, Portugal o Grecia creo que es un muy mal síntoma", afirma Amparo González Ferrer quien no ve como algo negativo la movilidad como fenómeno individual:

"A medio y largo plazo las consecuencias pueden ser buenas o malas, no hay nada escrito y depende de cómo trabaje el país con sus emigrantes en los aspectos que pueden ser positivos. Si mantienen vínculos, si vuelven con un conocimiento añadido, si crean empresas y contratan a trabajadores españoles, pueden llegar a ser un bien valioso. La movilidad en general es algo bueno, pero a corto plazo es un mal indicador de la situación de España. Los países que van bien son países que reciben población y los que van mal la pierden, esto es una tendencia universal", explica.¿Emigramos lo suficiente?

Según una encuesta publicada en 'The Sun' a finales del año pasado, el 48% de los ingleses deseaban abandonar su país. De hecho, el Reino Unido lleva muchos años enviando población al extranjero, en torno a 200.000 al año en los noventa, 300.000 a principios de 2000 y 400.000 anuales en 2008, tal y como destaca la investigadora del Real Instituto Elcano, Carmen González Enríquez. "Lo hacen para huir de la lluvia, para vivir en países más baratos o para pagar menos impuestos y a cambio reciben remesas de inmigrantes aún superiores, por lo que se puede decir que se está produciendo una sustitución de la población británica", aseguraba en uno de sus estudios en octubre de 2012.

De ahí que González Enríquez, lejos de preocuparse por el éxodo de los españoles se pregunte: ¿hace falta que emigremos más? "La población española ha sido excepcionalmente inmóvil durante las últimas décadas, desde mediados de los años 70, cuando la crisis del petróleo acabó con la ola migratoria que comenzó en los 60", asegura, una situación que ha supuesto una traba importante, por ejemplo, para la internacionalización de nuestras empresas, que muchas están llevando a cabo ahora, forzadas por la crisis. "Incluso la acción exterior del Estado español encuentra esa resistencia en sus funcionarios", explica la investigadora.

Y no sólo nos resistimos a la emigración exterior, también la movilidad interior ha sido tradicionalmente escasa en España, aunque en esto tiene parte de culpa la propia administración. "Nos han puesto una universidad en cada provincia que incentiva la inmovilidad en la edad en la que somos más proclives a movernos, se ha promovido la cultura de la vivienda en propiedad, que ata al trabajador a una determinada ciudad. No se trata sólo del apego a la tierra o a la familia es que no se ha incentivado convenientemente la movilidad", admite también Amparo González.

Este sedentarismo de la sociedad española nos lleva a situaciones tan contradictorias como que, a pesar de la crisis económica y de la alarmante tasa de paro, si tomamos los principales destinos de la emigración 'post-crisis', que son Inglaterra y Alemania, encontramos que hay más británicos y alemanes en edad activa viviendo en España que españoles en edad activa en estos dos países. Y no sólo son más, sino que son más del doble, puesto que hay 320.000 alemanes y británicos de entre 15 y 64 años en España y sólo 120.000 españoles de estas edades en Alemania y Reino Unido.

Y no sólo eso, los emigrantes en general han disminuido en países que son habitualmente receptores de emigración española, como Suiza, donde los españoles han pasado de 77.800 en 2003 a 69.400 en diciembre de 2012 o en Francia, donde la emigración española se ha reducido en 9.000 personas entre 2008 y 2010.

"En resumen – concluye el estudio de Carmen González – la desmesurada atención que este fenómeno está recibiendo en España sólo es explicable desde una óptica localista, empeñada en ver como drama cada salida laboral al extranjero. Quizá habría que cambiar la óptica y preguntarse por qué no son muchos más los que deciden dar el paso de buscar mejores condiciones salariales o vitales en otros países".

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