Gases, petardos o aglomeraciones: nada asusta a los pura raza de la Policía

  • De pura raza española o hispanoárabe, la unidad más antigua de la Policía, la de Caballería, está a punto de celebrar sus 190 años y sigue en plena forma para cumplir con la misión con la que en 1825 fue creada: "evitar los robos y tropelías que en su caso se ejecutaran...".

Sagrario Camacho

Madrid, 7 jun.- De pura raza española o hispanoárabe, la unidad más antigua de la Policía, la de Caballería, está a punto de celebrar sus 190 años y sigue en plena forma para cumplir con la misión con la que en 1825 fue creada: "evitar los robos y tropelías que en su caso se ejecutaran...".

Pero para ello ha tenido que adaptarse a los tiempos con un entrenamiento continuo para que ni los petardos, ni los gases ni las grandes aglomeraciones asusten a los 210 caballos que componen esta unidad del Cuerpo Nacional de Policía.

Los que en los orígenes de la unidad se llamaron "celadores reales" llegan con tres años a su "cuartel general", en la Casa de Campo de Madrid y en sus cercanías, en Sevilla y en Valencia, para someterse a un exhaustivo entrenamiento, a una doma que dura entre dos y tres años, durante los que adquirirán las habilidades necesarias para el servicio policial.

Desde que deja de ser potro y hasta que cumplen entre 20 y 22 años, los caballos de la Policía permanecen activos en las diferentes misiones que tiene encomendada la unidad.

Así hasta la "jubilación". Momento en el que son adoptados por agentes o terceras personas o donados a asociaciones de discapacitados para actividades de equinoterapia.

Hasta decir adiós a su vida laboral, son 18 años de trabajo y prácticas para que los animales desempeñen su labor, fundamentalmente en espectáculos públicos y deportivos, protecciones estáticas y dinámicas, seguridad ciudadana, vigilancia y control en ciudades o en zonas donde los coches policiales no pueden entrar, como playas o parques.

Y es que los 250 agentes que componen esta unidad y montan los caballos, que tienen una alzada mínima de 1,6 metros, cuentan con una posición privilegiada que les permite controlar la situación con mejor visibilidad que los policías de a pie.

Para acostumbrar al animal a los diferentes entornos, se le somete a una formación continua para adaptarle a los distintos servicios y las circunstancias que pueden presentarse, como los fuertes ruidos producidos por detonaciones, petardos o sirenas, por la presencia de coches o helicópteros, bengalas o botes de humo, sustancias químicas u otros obstáculos.

Grandes acontecimientos como las celebraciones de la reciente final de Champions o protestas ciudadanas en las que se requiere una especial movilidad y visibilidad, son algunos de los trabajos de los equinos.

Unos animales que si hasta 2007 se adquirían a ganaderos civiles, ahora se suman al cuerpo en virtud del convenio de cría caballar que en mayo de ese año suscribieron la Secretaría de Estado de Seguridad y el Ministerio de Defensa por el que la Yeguada Militar dona caballos a la Policía Nacional.

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