Inmigrantes rurales chinos podrían disparar el consumo y relanzar crecimiento

  • Los cerca de 230 millones de inmigrantes rurales chinos que trabajan irregularmente en las grandes ciudades de su país podrían reactivar el consumo nacional y dar una gran inyección de vitalidad al ralentizado crecimiento de la economía china, según un informe oficial que acaba de ser publicado.

Shanghái (China), 21 ago.- Los cerca de 230 millones de inmigrantes rurales chinos que trabajan irregularmente en las grandes ciudades de su país podrían reactivar el consumo nacional y dar una gran inyección de vitalidad al ralentizado crecimiento de la economía china, según un informe oficial que acaba de ser publicado.

Lo único que por ahora impide que esto ocurra es el estricto sistema de empadronamiento a una determinada región -el llamado "hukou", o certificado de residencia-, heredero de un sistema imperial concebido para mantener cierto control sobre la población y que dificulta las migraciones.

Eso impide que millones de ciudadanos de la segunda economía mundial, al estar fuera de sus lugares de origen, puedan acceder a servicios sanitarios y educativos, entre otros, pese a que sí los disfrutan los habitantes de las grandes ciudades a las que se desplazan en busca de mejores salarios.

Según el informe que acaba de publicar la Comisión Nacional para la Población y la Planificación Familiar del gigante asiático, si este problema se corrigiera, la población china inmigrante desde otras regiones relajaría su obsesión por el ahorro y revitalizaría el consumo, recoge hoy el diario oficial "Shanghai Daily".

"Dar a la población inmigrante que vive en las ciudades un estatus de permanencia (reconocimiento como residente) y permitirle un acceso igualitario a servicios públicos fundamentales estimularía enormemente el crecimiento del consumo de China", asegura la Comisión en su informe anual.

Pekín está trabajando en pasar de su actual sistema de desarrollo, basado en la inversión, hacia uno basado en el consumo, como en muchos países occidentales, lo que muchos economistas ven como un modelo más estable que el actual, que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), provoca sobreproducción e ineficacia.

China tiene ahora a buscar ese modelo, tras la rápida urbanización de las últimas décadas de su sociedad, que el año pasado tuvo por primera vez en su historia más habitantes en sus ciudades que en el campo.

El desarrollo de China desde los años ochenta ha sacado a unos 600 millones de personas del umbral de la pobreza a cambio de convertir al país en la fábrica del mundo, y a millones de sus habitantes en la fuerza de trabajo que hace funcionar a su tejido industrial, intensamente dedicado a la exportación.

Esto ha provocado el flujo anual de millones de habitantes rurales hacia las ciudades, donde encuentran empleos con salarios relativamente bajos, pero que han aumentado en porcentajes de dos dígitos anuales durante años, lo que les da un inmenso potencial de consumo, sólo frenado por la habitual precariedad de su situación.

Según el informe, esta parte de la población sólo gastó el 56 por ciento de sus salarios en 2011.

Eso se debe a que el año pasado sólo el 23,1 por ciento de los trabajadores inmigrantes chinos consiguió contratos que les permitieran legalizar su situación lo suficiente como para contar con un seguro de pensión en su ciudad adoptiva.

Sólo un 13,6 por ciento tuvo seguro de desempleo y un 64,3 por ciento tuvo seguro médico.

Esta situación obliga a millones de trabajadores chinos a ahorrar como precaución ante la posible necesidad de utilizar estos servicios a precios de mercado del país comunista, donde la educación y la salud no son gratuitos desde hace tres décadas.

Los habitantes urbanos que cuentan con toda la protección social -en forma de seguros- que les ofrece el vivir en su ciudad de origen consumen al menos 1,4 veces más que los que no la tienen, concluye el informe.

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