Jordi Puntí hace en "Maletas Perdidas" un trabajo "casi arquitectónico"

  • Barcelona.- Después de consagrarse con la colección de relatos "Animales Tristes", el escritor catalán Jordi Puntí ha dado el salto a la novela con "Maletas Perdidas", más de 400 páginas que le han supuesto "un trabajo casi arquitectónico", según ha declarado a Efe el autor.

Jordi Puntí hace en "Maletas Perdidas" un trabajo "casi arquitectónico"
Jordi Puntí hace en "Maletas Perdidas" un trabajo "casi arquitectónico"

Barcelona.- Después de consagrarse con la colección de relatos "Animales Tristes", el escritor catalán Jordi Puntí ha dado el salto a la novela con "Maletas Perdidas", más de 400 páginas que le han supuesto "un trabajo casi arquitectónico", según ha declarado a Efe el autor.

El punto de partida de "Maletas Perdidas" (Empúries, en catalán; Salamandra, en castellano) es un recuerdo común: el de Gabriel Delacruz arrancando su camión en Barcelona, Fráncfort, Londres o París, donde deja atrás a Rita, Sigrun, Sarah o Mirelle y a su hijo.

Dos décadas después, Delacruz desaparece y Cristòfol, Cristof, Christopher y Chistophe descubren que han crecido como hijos únicos pero que, en realidad, son cuatro hermanastros a cuyas madres Gabriel ha ocultado sus mutuas existencias. Cuando desvelan el secreto, los cuatro se unen para buscar a su padre.

Así, la pluma ágil de Puntí narra, a través de la voz plural de cuatro hermanos homónimos, la historia de Delacruz, un camionero "que recorría Europa en los años 60 y 70 y veía" la contradicción entre la Barcelona "gris y aburrida del franquismo", el "París del mayo del 68" y la Inglaterra de los Beatles.

Con la novela, el cuentista de Manlleu (Barcelona) ha indagado en "cómo es la vida para una persona que ha crecido como hijo único" pero que descubre en su madurez que tiene tres hermanos más, que se convierten en sus cómplices para dar con el paradero del padre.

Porque al descubrir su parentesco es como si los cuatro Cristóbales, como se definen en la novela, "recuperasen la infancia" de golpe, explica el autor.

Recuperan a esos hermanos "con los que no pudieron jugar de pequeños y, de repente, la vida vuelve a ser un juego".

Y es que el padre abandonó a su hijos, pero la novela es positiva, alegre, fresca: Cristof, Cristophe, Christopher y Ceistòfol afrontan la inesperada revelación como si de una aventura se tratara y buscando al padre "recuperan el tiempo perdido".

Pero, ¿qué mensaje cifrado ocultan esos cuatro cristóbales? ¿Son los ases de una misma baraja? ¿Tal vez los puntos cardinales que guían a Delacruz en su mapa vital? "Quizá son como los cuatro Beatles", arguye el recién estrenado novelista.

"La cifra te permite jugar con elementos simbólicos y me gusta que el lector coja esos símbolos y los haga suyos", explica.

Puntí abandona con estas "Maletas Perdidas" y optimistas el barco de los "Animales Tristes" que poblaban sus relatos, cuya versión cinematográfica firmó Ventura Pons, y confiesa que llevar al cine una trama tan dilatada en el tiempo, con tantos personajes y ciudades, requeriría "una producción de mucho dinero".

Puestos a escoger, el escritor revela su predilección por Wes Anderson, que dirigió en 2007 "Viaje a Darjeeling".

Para los que con la novela se planteen su árbol genealógico, Puntí sólo recuerda que después de acabar "Maletas Perdidas" vio por casualidad el documental "My Architect", la historia de Louis Kahn, arquitecto estadounidense que murió en 1974 habiendo ocultado a sus hijos que tenían dos hermanastros.

En 2003, Jordi Puntí ya obtuvo con el proyecto de esta novela el Premi Octavi Pellisa de apoyo a la creación literaria.

Y apenas se han publicado las edición original catalana y su traducción al castellano, las versiones alemana y francesa calientan ya motores.

El tiempo y los lectores dirán si las "Maletas Perdidas" de Puntí llegan a buen puerto; aunque los presagios son buenos desde antes de embarcar.

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