Juana Salabert: "Nadie ha entendido como Matute la infancia y adolescencia"

  • La novelista Juana Salabert (París, 1962) ha destacado "el talento", "la imaginación" y "la belleza prodigiosa" de la escritura de Ana María Matute y ha considerado que "nadie ha entendido como ella la infancia y la adolescencia".

Madrid, 25 jun.- La novelista Juana Salabert (París, 1962) ha destacado "el talento", "la imaginación" y "la belleza prodigiosa" de la escritura de Ana María Matute y ha considerado que "nadie ha entendido como ella la infancia y la adolescencia".

"Ella decía, en broma, que en muchas cosas nos parecíamos y que éramos hermanas gemelas, porque tenía una juventud de alma. Nunca pasó de los 13 años en cuanto al entusiasmo, las ganas de viajar, de reír y de vivir", asegura a Efe Salabert (París, 1962), quien conoció a la escritora fallecida a los 88 años, siendo una adolescente.

Además de su calidad literaria, que le llevó a firmar "obras maestras" como "Paraíso inhabitado" (2009) y "Olvidado Rey Gudú" (1996), Salabert destacó de la escritora barcelonesa sus cualidades humanas y por encima de todo, la bondad y la generosidad.

"En el mundo de las letras, donde tanto juegan la vanidad y el ego, no he conocido -asegura- a nadie más generoso y menos vanidoso. Y eso es algo que sus lectores también percibían".

"Se valora mucho la inteligencia, y ella tenía muchísima, pero es muy importante también su bondad y su gran corazón", ha añadido la autora de "Velódromo de invierno" (2001) o "El bulevar del miedo" (2007).

El talento de Matute como escritora ha sido reconocido con el Premio Cervantes (2010), el Premio Nacional de Literatura (1959) y el Premio Nacional de las Letras Españolas (2007), y en varias ocasiones sonó como posible Premio Nobel.

"Yo creo que hubiese merecido más, pero eso siempre lo pensamos. Ella no se quejaba jamás de nada, estaba contenta con sus miles de lectores, que la apreciaban y querían. Eso le daba felicidad y ganas de seguir escribiendo, como hizo, hasta el final", afirma.

"Amó su profesión siempre con un entusiasmo de muchacha. Y siempre decía lo importante que era crecer inmerso en los cuentos. Sabía mirar a los demás y colocarse en el lugar del otro. Muy pocos novelistas han fraguado una galería de personajes tan variopinta como ella", concluye Salabert.

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