"La Andalucía inexplorada" o el duro trabajo de los españoles en el siglo XIX

  • Alfredo Valenzuela.

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 5 jun.- "Viaje a la Andalucía inexplorada" es el título con el que el Centro de Estudios Andaluces ha completado la traducción al español del testimonio con el que el capellán inglés Hugh James Rose denunció las condiciones de trabajo de los obreros, de las cárceles y de los cementerios españoles del siglo XIX.

Los dos volúmenes que en 1875 publicó Rose, que fue corresponsal del "Times" de Londres en España, nunca habían sido traducidos al español, y esta edición es una selección de los pasajes referidos a los cuatro años que el autor pasó en Andalucía, como capellán de la comunidad minera de expatriados británicos en Linares, ha informado el Centro de Estudios Andaluces.

Rose narra en estas páginas lo que vio en una ciudad que, como Linares, vivió una transformación que hacia 1867 la convirtió en la más importante industria del plomo del mundo, y que por ese motivo aumentó su población de 7.000 a 40.000 habitantes.

La edición de la obra ha corrido a cargo del hispanista Martin Murphy, profesor de Oxford y biógrafo de Blanco White, quien ha destacado cómo Rose se horroriza en Andalucía de "la pobreza y el descuido de los cementerios: pequeños cadáveres de niños simplemente envueltos en papel de estaño, el terreno arenoso salpicado de huesos humanos, cabellos humanos colgando de los cardos".

Rose describió Linares como un lugar "sin un ápice de belleza", pese a lo cual, antes que la compañía de los setenta ingleses que había en Linares, metodistas taciturnos, prefería la compañía de las humildes familias españolas.

"Los españoles poseen un don desconocido para los ingleses, el don de la cortesía natural", según escribió en estas páginas.

En Linares describió los efectos de las minas sobre el paisaje, y descendió a los pozos para comprobar las condiciones de trabajo, por lo que, según Murphy, este libro de viajes es distinto al de otros viajeros británicos de la época, "por lo general hombres ociosos, deseosos del explorar el país que habían encontrado por vez primera en las páginas de Cervantes o en los lienzos de Murillo".

La llegada de Rose a España, por Málaga, en 1873 coincidió con los últimos días del periodo republicano, pese a lo cual quedó desconcertado con la aversión que provocaba la Iglesia.

"Las instituciones carecían de capellanes, se despojaba a las iglesias de sus cuadros, se había dejado sin sueldo a los sacerdotes e incluso en la Casa de Niños Expósitos se habían abandonado los bautismos", según la enumeración que hace Murphy en el prólogo del panorama que encuentra Rose al llegar a España.

Igualmente se interesó por las condiciones infrahumanas que sufrían los presos en las prisiones del Saladero, en Madrid, y del Hacho, en Ceuta: "No hay palabras para descubrir la oscuridad, la podredumbre, la salvaje corrupción de estos calabozos a los que no llega ni el más mínimo rayo de luz".

En Madrid, como periodista, no se interesó por El Prado ni por el Buen Retiro, sino por las condiciones de trabajo y por los salarios de las mujeres que trabajaban en los lavaderos del Manzanares.

En un capítulo de este libro describe a Madrid como "la maldición de España" y como un lugar en el que "los hombres no conocen la piedad, la misericordia ni la compasión hacia las mujeres".

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