Fue el genial Groucho Marx quien sentenció una gran verdad estadística: "La principal causa del divorcio es el matrimonio". Y los grandiosos Les Luthiers quienes citaron la famosa frase del "célebre compositor Pierre Pérez Pitzner: de cada 10 personas que ven televisión, 5… son la mitad".
Podríamos añadir aquella de autor desconocido: "El 33% de las estadísticas son falsas".
O esa gran verdad de los contables:
-Pregunta del ignorante: "¿Cuántos son dos y dos?"
-Respuesta del contable: "¿Cuántos quieres que sean?"
Concluyo la retahíla de chistes malos, aunque vienen muy al caso por lo que me dispongo a contar, con uno periodístico. Me hizo gracia en su momento, y creo que a quien conozca algo de mi profesión, le puede pasar lo mismo.
El malhumorado redactor jefe de un periódico llama a un becario y le ordena: "¡Rápido, escribe un artículo sobre Dios!". El plumilla se le queda mirando lívido con los dedos sobre el teclado y sólo alcanza a responder: "¿A favor o en contra?"."¿La carne provoca cáncer?"
Todas estas anécdotas asaltaron ayer mi cabeza mientras preparaba la entrevista con un oncólogo al que debía inquirir sobre la comidilla del día: el polémico comunicado de la OMS sobre el consumo de carne y el cáncer.
En la facultad aprendemos una característica de la información, cada vez más acusada por acción de las redes sociales: se transmite con mucha rapidez.
La celeridad y la digestión, física o intelectual, no suelen ser muy compatibles. Ayer España entera se atragantó con un trozo de carne bien gordo. Y, claro, lo digerimos muy mal.
Creo que cuando escribí que el bacon no provoca cáncer, media España ya estaba convencida de lo contrario. El factor de semejante credibilidad fue una complicada estadística que, dicho sea de paso, la misma OMS, con la inestimable ayuda de algunas agencias informativas, se encargó de oscurecer.
(Te interesa leer: No, el bacon no provoca cáncer ni la OMS prohíbe los placeres de la carne)
No es lo mismo el riesgo de algo que la solidez de la certeza de que ese algo puede comportar un riesgo. ¡Toma del frasco, Carrasco!Cruzar el Paseo de la Castellana con los ojos vendados
A ver si me explico:
Si cruzo el Paseo de la Castellana, o cualquier arteria principal del centro de una gran ciudad, con los ojos cerrados y en plena hora punta, la posibilidad de que me atropellen es muy alta.
Si cruzo el Paseo de la Castellana con los ojos cerrados a las dos de la madrugada, la posibilidad de que me atropellen es mucho menor que el caso anterior.
Pero si tanto si cruzo en hora punta como si lo hago a las dos de la madrugada, tengo la certeza absoluta de que estoy corriendo un riesgo enorme. A nadie en sus cabales se le ocurre decir que no hay peligro por cruzar con los ojos cerrados un una calle importante a las dos de la mañana.
Ahora bien: si analizas matemáticamente las probabilidades de que se produzca una muerte, está claro que no comporta el mismo riesgo una cosa que otra.
De igual modo, no causa tanto daño al organismo fumarse un paquete de cigarros todos los días, que tomar un par de lonchas de bacon en el desayuno. Desde luego, lo primero provoca más cánceres que lo segundo. Eso sí que está estadísticamente 'archicomprobado'.Un cóctel explosivo
Ahora explica todo esto en una noticia llena de estadísticas, en donde mezclas la ciencia, las matemáticas y, lo más importante, algo casi sagrado para los españoles: la carne, los embutidos, el chorizo, el salami… ¡el jamón!
¡Y hazlo rápido!
Busca un titular, el maldito titular… ¡Socorrrrrrrrroooooooooo…!
Nada más peligroso que una estadística, una noticia oscura, periodistas con poco tiempo (a veces somos poco rigurosos) y una masa acrítica, crédula... y con ribetes masoquistas.
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