La industria pesquera acusa a Carrefour de publicidad engañosa

  • Critica que el veto publicitario de la gran superficie a la venta de atún rojo confunde al consumidor y amenaza al sector.
La CICCA acuerda reducir ligeramente la cuota del atún rojo
La CICCA acuerda reducir ligeramente la cuota del atún rojo
Sara Acosta
Sara Acosta

Hernán protagoniza uno de los siete cortos publicitarios de la campaña televisiva "En positivo" de la multinacional francesa Carrefour que puede verse este mes en varias cadenas de televisión. Cada mini anuncio quiere ser una oda al desarrollo sostenible. La del personaje Hernán es una lucha contra la venta de atún rojo. Apenas una mención sobre la delgada línea que existe entre la comercialización legal y la ilegal. Simplemente, no se debe comprar atún rojo, una especie sobre la que pesa una constante amenaza de colapso comercial y de la que en apenas tres años se han reducido las cuotas pesqueras permitidas a la mitad.

Pero resulta paradójico que Carrefour apenas vende atún rojo en sus lineales. "Representa una venta muy minoritaria", reconocen desde la compañía. "En realidad, se lavan la cara con productos que no les suponen un sacrificio y están poniendo en peligro a una industria de la que dependen 2.500 familias", lanza Juan José Navarro, portavoz de la Asociación de Pesca y Consumo responsable. Este colectivo representa a parte del sector, desde los pescadores, hasta los distribuidores, pasando por las compañías de acuicultura, como el gigante Balfegó.

El atún rojo es la especie pesquera comercial sobre la que desde hace años pesa la mirada atenta de los científicos y de los ecologistas por haber rozado el colapso comercial. Oficialmente, no está en peligro de extinción, aunque el anuncio de Carrefour diga exactamente lo contrario. Sin embargo, la explosión de las ventas por el auge del sushi en Europa y en Japón, ha puesto en verdadero peligro la especie por la pesca ilegal. Las flotas del Mediterráneo, sobre todo en Italia, Francia y Turquía, han visto estos últimos años como sus flotas engordaban tanto o más que sus atunes, aunque no lo permitieran las cuotas pesqueras.

La amenaza de colapso fue escuchada por los 48 países que forman la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, en sus siglas en inglés). Entre 2006 y 2009, las capturas permitidas se han reducido en más de un 50% por decisión de este organismo, formado por Gobiernos de los propios países pesqueros. Para 2011, las cuotas totales no podrán exceder las 12.900 toneladas. En 2006 ascendían a 29.000.

Pero, una cosa es la pesca ilegal,  dicen desde la industria, y otra bien distinta es atacar un sector que mientras respete la legalidad, puede ser viable y sostenible. "Nos parece indecente, no se dan cuenta de la trascendencia que esto tiene. Dan a entender que no se debe consumir atún rojo, pero ellos no lo venden", explica con audible tono irritado Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca (Cepesca).

La industria intenta ahora sacar partido a las granjas de engorde de atún rojo que pueblan el Mediterráneo mediante la reproducción de esta especie en cautividad. Desde la organizaciones ecologistas se advierte de que esta medida traerá el colapso de otras especies, que deben de servir de alimento a los enormes atunes. Por ello, defienden el sistema de las almadrabas, el arte de pesca tradicional milenario que aún sigue vigente en Andalucía, como el más sostenible.

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