La Pasión según Luis Laforga, en Valladolid

  • Roberto Jiménez.

Roberto Jiménez.

Valladolid, 3 abr.- Dos mínimos detalles, las gafas del arzobispo y un pequeño micrófono, delatan el tiempo de hoy en una de las sesenta fotografías que forman parte de la exposición "La Semana Santa de Luis Laforga", inaugurada esta mañana en Valladolid, sin los cuales parecería una imagen de hace siglos.

Este rasgo de verosimilitud acompañó siempre a Luis Laforga (1951-2013) no sólo como fotógrafo, sino antes como paciente y sensible observador de cuanto le rodeó, caso de la Semana Santa de Valladolid, "una de las temáticas preferidas" de un descreído que circuló sin ataduras, ha comentado su hijo, Diego Laforga.

Más que fotografías captadas entre 2001 y 2011, el muestrario seleccionado por Diego Laforga y la Junta de Cofradías, en plena época digital, levanta vidas a partir imágenes que hablan en forma de rostros, gestos, miradas, actitudes y movimientos.

Luis Laforga, cronista visual de la Semana Santa de Valladolid, no cede a las posibilidades estéticas que le ofrece una ciudad echada a la calle y entregada por unos días a su patrimonio histórico y artístico, sino que centra su percepción en las personas, principio y final desde hace siglos de esa catequesis ambulante que son las procesiones del tiempo de la Pasión.

El asombro de un niño ante un grupo de cofrades a caballo, la abstraída meditación de un arzobispo, la delicada compostura personal e indumentaria de una cofrade, el bisbiseo de unas monjas en el interior de una templo e incluso la bosta caballar, todo ello se escucha y se huele a través de una fotografía muy sensorial.

Tampoco sucumbe el cronista a las potencialidades de la técnica digital, que relega a un plano meramente formal vinculado sólo a la edición y al formato, ha explicado Diego Laforga en una rueda de prensa, delante de la concejala de Cultura, Mercedes Cantalapiedra, y del presidente de la Junta de Cofradías, José Miguel Román.

En poco más de medio centenar de originales, el artista, ahora recordado cuando se cumple un año de su muerte, repasa a todos los actores de la Semana Santa: los de carne y hueso y sus antepasados tallados en madera policromada por algunos de los mejores imagineros de la historia, como Juan de Juni y Gregorio Fernández.

No es ajeno Luis Laforga a ese juego de espejos donde el turista y el devoto se reflejan a través de la contemplación de los grupos escultóricos de los pasos y que sorprende con su cámara para deleite del visitante a este catálogo, hasta el próximo 4 de mayo en la sala de exposiciones de la Casa Revilla.

Minucioso en su labor de orfebre, de avezado imaginero de la realidad a la que asiste con su cámara, trasunto de un alma sensible, humanista y a veces socarrona, Luis Laforga ha dejado con este muestrario "un recorrido único por la Semana Santa de Valladolid, un legado para las generaciones venideras", en palabras de su hijo.

Geómetra y arquitecto de la imagen, el artista ha encajado todas las piezas del puzzle "semanasantero": turistas, vecinos, cofrades, sacerdotes, pasos y procesiones dentro de un escenario que también conjuga con habilidad en esta sinfonía visual.

El humor fino, el socarrón, sin voluntad de herir pero cargado con munición de retranca castellana, también se desliza en memorables imágenes que hacen sonreír por el grado de contraste que ofrecen: un arzobispo reflexivo detrás de un barrendero que recoge bosta o las dificultades de un niño cofrade para prender un cirio.

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