La Policía china mata a nueve supuestos terroristas en una redada en Xinjiang

  • La Policía china mató a disparos a nueve supuestos terroristas y apresó a uno durante una redada en la provincia noroccidental de Xinjiang, días después del último grave incidente de violencia en la región en el que murieron docenas de personas y del asesinato de un imán.

Pekín, 2 ago.- La Policía china mató a disparos a nueve supuestos terroristas y apresó a uno durante una redada en la provincia noroccidental de Xinjiang, días después del último grave incidente de violencia en la región en el que murieron docenas de personas y del asesinato de un imán.

Según informa la agencia oficial Xinhua, las autoridades identificaron a los sospechosos ya a finales de julio gracias a voluntarios civiles y el viernes los encontraron en el condado de Karakax en la prefectura de Hotan.

Residentes locales ayudaron a la policía a localizar a los sospechosos en una casa abandonada, y al llegar "los sospechosos se resistieron lanzando explosivos", según la versión oficial recogida por Xinhua.

La Policía comenzó a disparar y mató a nueve de ellos, y consiguió capturar a un último. No hubo víctimas entre las autoridades o civiles.

Este suceso ocurre después de que el lunes la región viviera su último grave incidente de violencia, en el que decenas de personas murieron o resultaron heridas en un ataque terrorista en la prefectura de Kashgar de Xinjiang, según la versión oficial, que cinco días después aún no ha detallado el número total de fallecidos.

Al parecer, un grupo armado con cuchillos atacó una comisaría de policía en una localidad, y después los atacantes se dirigieron a otro municipio donde apuñalaron a civiles y destruyeron una treintena de vehículos, siempre según la versión oficial.

Sin embargo, activistas han rechazado estas informaciones y han asegurado que los uigures protagonizaron una manifestación contra las restricciones impuestas por el Gobierno central a la celebración del final del mes sagrado del Ramadán.

A ello se sumó el asesinato el miércoles del imán de la mezquita más importante de China, Jume Tahir, a quien mataron a cuchilladas cuando salía de dirigir los rezos de la mañana en la mezquita de la localidad de Kashgar de Xinjiang.

Tahir, de 74 años de edad y miembro de la minoría étnica uigur, había sido nombrado imán de la mezquita Id Kah por el Partido Comunista y había mantenido una postura cercana a Pekín, a pesar de la represión de los uigures en la provincia por parte de las autoridades centrales.

Todo ello se produce en medio de una campaña a gran escala por parte de las autoridades para hacer frente a los últimos atentados terroristas registrados en el país.

El foco de la misma está centrado en Xinjiang, donde cohabitan chinos de etnia uigur -de religión musulmana- y de etnia han, la mayoritaria en China.

Pekín culpa de estos episodios de violencia a grupos uigures asociados al yihadismo y que buscan la creación de un Turkestán Oriental independiente en Xinjiang, mientras que los uigures aluden a la represión de las autoridades y niegan que existan tales organizaciones de terroristas.

El ataque del lunes coincidió con la fiesta del fin del Ramadán, una celebración teñida este año de polémica en China después de que se conociera que el régimen comunista prohibió a funcionarios gubernamentales y niños en Xinjiang que cumplieran con el preceptivo ayuno.

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