La surcoreana "Haemu" habla de cómo personas normales se vuelven delincuentes

  • El coreano Shim Sung-bo agita al festival donostiarra con su estreno como director, "Haemu", una cinta inspirada en la muerte de medio centenar de inmigrantes hacinados en la bodega de un pesquero pero que el director no aborda como tema social: "Cualquiera puede ser culpable y sentir miedo".

San Sebastián (España), 22 sep.- El coreano Shim Sung-bo agita al festival donostiarra con su estreno como director, "Haemu", una cinta inspirada en la muerte de medio centenar de inmigrantes hacinados en la bodega de un pesquero pero que el director no aborda como tema social: "Cualquiera puede ser culpable y sentir miedo".

"Me interesaba contar cómo personas normales se convierten en delincuentes", aseguró Shim Sung-bo en una rueda de prensa celebrada tras la proyección de su cinta, que compite en la Sección Oficial del 62 Festival de Cine de San Sebastián.

La película, no exenta de sentido del humor, cuenta el descenso a los infiernos del capitán de un pesquero que está casi para el desguace y decide trasladar una carga ilegal de inmigrantes chino-coreanos para intentar acometer las reformas que necesita el barco.

El trayecto es un desastre, marcado siempre por la mala suerte del capitán, los inmigrantes mueren al inhalar gas, y finalmente su tripulación acaba enfrentada a muerte entre sí, rozando la locura, tras haber descuartizado los cadáveres para ocultar pruebas.

En medio, una tiernísima historia de amor entre un grumete joven e inocente y una inmigrante a la que salva la vida y a la que el chico defiende por encima de todo, y de todos.

Shim Sung-bo es uno de los más destacados guionistas coreanos, conocido por "Crónicas de un asesino en serie", que, dirigida por Bong Joon-ho, obtuvo una Concha de Plata en 2003, entre otros galardones, y se presenta por primera vez como aspirante a la Concha de Oro: "Estoy encantado de estar aquí, además estoy viendo un montón de cine", dijo.

La película, proyectada con público en el Kursaal, fue despedida con aplausos, si bien algunos antes de tiempo.

El motivo: que el director metió, a modo de epílogo, una inesperada escena al término de la película que ocurre seis años después de que acabe la primera parte.

"No se trata de una concesión a Hollywood, yo no pienso en eso", dijo, lo añadió porque le quedaba "algo por explicar".

"Era como crear otra historia -comentó-, los chinos coreanos de que habla la película (nacionalidad de los inmigrantes que fallecen en la travesía) están ya metidos en la sociedad coreana; para mí esa chica a la que salvan y su aparición en un restaurante al final era un modo de mostrar que lo había logrado, que ya estaba dentro".

Y explicó que la calle donde se rodó esa última escena es un barrio de chinos coreamos real donde trabajan en la construcción junto con los coreanos.

"Quería mostrar como crece y evoluciona el amor de un hombre", dijo Shim Sung-bo, "esto no era una tragedia sobre inmigrantes clandestinos, no me interesaba su muerte. Lo que quería mostrar es cómo personas normales se convierten en delincuentes".

"Una historia como esta puede ser tratada como un cuento de detectives, pero yo quería mostrar que cualquiera puede ser culpable y sentir miedo", resumió el realizador.

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