Las FARC negociarán más golpeadas que nunca y dispuestas a hacer política

  • La guerrilla de las FARC llega a su tercera negociación con el Estado colombiano con unos 8.500 hombres armados y dispuesta a participar en la vida política, pero más debilitada que nunca desde el punto de vista militar y de control del territorio.

Esther Rebollo

Bogotá, 10 oct.- La guerrilla de las FARC llega a su tercera negociación con el Estado colombiano con unos 8.500 hombres armados y dispuesta a participar en la vida política, pero más debilitada que nunca desde el punto de vista militar y de control del territorio.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) nacieron en 1964 en el entorno rural de uno de los pocos países de América Latina que no han tenido reforma agraria y con severos índices de desigualdad a causa del injusto reparto de la tierra.

Esta guerrilla adquirió gran poder a mediados de los años ochenta del siglo pasado hasta sumar a finales de los noventa 20.000 combatientes y controlar zonas claves del territorio nacional.

Una expansión que estuvo acompañada de su participación en el negocio del narcotráfico, desde entonces su fuente de financiación junto al secuestro y la extorsión.

En 1998, las FARC iniciaron un diálogo con el Gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002) con el poder que entonces les otorgaban llamativos golpes a la fuerza pública, tomas de pueblos y ciudades, y secuestros masivos.

Entre finales de los años noventa y mediados de la década siguiente se dio el pico del secuestro con más de 3.000 personas cautivas, datos sin precedentes en el mundo, y con la mayoría de casos atribuidos a las FARC.

Y entre los golpes más llamativos destaca la toma de Mitú, capital del selvático departamento de Vaupés, el 1 de noviembre de 1998, cuando unos 1.500 guerrilleros entraron a esa ciudad, desencadenaron un gran enfrentamiento y la ocuparon durante 72 horas para llevarse a 61 uniformados secuestrados.

Esos hechos dieron al traste con aquel proceso de paz, que siguió a otro en 1981.

El Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) modernizó la fuerza pública apoyado por el Plan Colombia, un acuerdo por el que EE.UU. ha desembolsado más de 8.000 millones de dólares.

Como resultado, el Estado se puso por delante de la guerrilla en el campo de batalla.

Aún así, las FARC seguían perturbando con los secuestros, entre ellos el de la excandidata presidencial Íngrid Betancourt, y con incesantes ataques a la infraestructura económica.

El punto de inflexión llegó en 2007, cuando celebraron su Séptima Conferencia y determinaron que "había llegado la hora de analizar la ruta de la paz".

Un año después perdieron a miembros clave del Secretariado: su fundador, "Manuel Marulanda" o "Tirofijo", fallecido por una insuficiencia cardiaca; y su número dos, "Raúl Reyes", muerto en un operativo militar en Ecuador.

Y con Juan Manuel Santos en la Presidencia cayó en 2010 el jefe militar de las FARC, "Mono Jojoy", y en 2011 el nuevo comandante, "Alfonso Cano".

"Las FARC han sufrido el primer proceso de achicamiento. Hoy tenemos unas FARC más realistas, unas FARC que terminaron ese mito de la invencibilidad", afirmó a Efe Alejo Vargas, doctor en Ciencia Política y director del Centro de Investigación sobre Seguridad y Defensa de la Universidad Nacional de Colombia.

Las FARC "saben que una hipótesis de triunfo es imposible", según Vargas.

A ese aspecto se sumaría el desequilibrio en el teatro de operaciones de la guerra, ahora a favor del Estado y con una guerrilla acorralada en zonas aisladas y fronterizas.

El copresidente de la Comisión de Paz del Congreso y legislador del Polo Democrático Alternativo (PDA), Iván Cepeda, comentó a Efe que el proceso de paz llega, además, cuando "en América Latina hay un cambio de contexto radical".

"En muchos países, personas y grupos que estuvieron en la insurgencia armada llegaron por la vía electoral a un triunfo y a constituirse en gobierno; y esa circunstancia sirve a las FARC como un espejo", según Cepeda.

En estas circunstancias, las FARC y el Gobierno han acordado una agenda realista que abre una salida al conflicto y que permitiría a la guerrilla encontrar un espacio en la vida política e incluso presentar candidatos a las elecciones de 2014.

"Si el proceso de acuerdos sigue y se generan las condiciones políticas para participar en elecciones podríamos pensar en esa posibilidad", adelantó en La Habana Jesús Emilio Carvajalino, alias "Andrés París" y uno de los negociadores de las FARC.

Aún así Vargas y Cepeda coinciden en que no se debe subestimar a un grupo insurgente con 8.500 hombres en armas y que se caracteriza por su versatilidad, capaz de adaptarse a los tiempos para seguir atacando infraestructuras y mantener en vilo al Estado.

Lo evidente es que "ninguna de las partes tiene posibilidades de ganar sólo a través de las armas y por ello están fuertemente incentivadas a negociar", apuntó a Efe Silke Pfeiffer, directora en Colombia del centro de investigación International Crisis Group.

En este ambiente, el máximo jefe de las FARC, alias "Timochenko", escribió una carta abierta el 19 de septiembre en la que dijo que la paz que se comenzará a negociar en Oslo "será un verdadero adiós a las armas".

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