Lola y Eulalia: La mujer toca techo en las fuerzas de seguridad

  • Sagrario Ortega y Laura Camacho.

Sagrario Ortega y Laura Camacho.

Madrid, 8 mar.- Lola Jiménez es una de las ocho comandantes de la Guardia Civil, el grado más alto alcanzado por una mujer en el cuerpo, y Eulalia González, una de las trece comisarias de la Policía Nacional. Ambas aseguran que no se sienten discriminadas en una profesión en la que la mujer ha ido ganando terreno.

Hace 25 años que ingresaron las primeras mujeres en el Instituto Armado, en concreto 197. Hoy son 5.107 las guardias que celebran este año las bodas de plata de su incorporación, aunque todavía representan tan solo el 6,4 por ciento del total de agentes.

Nueve años antes, en 1979, un total de 42 mujeres juraban el cargo como miembros del entonces Cuerpo Superior de Policía. Todas ellas forman parte de las 8.711 féminas de la hoy Policía Nacional, un 12,8 por ciento de su plantilla.

"Desde pequeña quise ser guardia civil", confiesa a Efe Lola Jiménez, la primera comandante titulada en Estado Mayor del cuerpo. A los ocho años, cuando todavía la mujer no había ingresado en el Instituto Armado, ya lo tuvo claro después de visitar un cuartel de la mano de un vecino guardia.

Jiménez nunca se ha sentido rechazada ni discriminada, ni siquiera en la academia, donde si algo observó es que sus compañeros no sabían cómo tratarlas.

Con 24 años Lola era ya teniente y recuerda divertida cómo una periodista de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde estaba destinada, transmitía para la radio la procesión de la Virgen de agosto y relataba que a ellas asistían las fuerzas vivas de la ciudad: el alcalde, la Policía Nacional, la Policía Municipal y... "una niña vestida de Guardia Civil".

Pese a que ella era la jefa, los vecinos siempre se dirigían a su conductor e, incluso, le preguntaban por su padre cuando iban a la comandancia.

De todos modos, Lola recuerda con cariño esa primera etapa de su carrera, que luego continuó en el grupo de fraude de la Unidad Fiscal y Antidroga, después en el Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) y más tarde en el Banco de España adscrita a los asuntos del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.

Su actual destino es el gabinete técnico del director general de la Guardia Civil. "En todos los sitios he estado de forma voluntaria, lo he pasado bien y he tenido muy buenos compañeros", relata la comandante.

Más tardía recibió la "llamada" Eulalia. A los 26 años decidió presentarse a las primeras oposiciones del Cuerpo Nacional de Policía celebradas en 1986 "por vocación sobre todo", pero también por tradición familiar.

Tiene claro esta comisaria que "lo que lleva a un hombre a ser policía es lo mismo que lo que le lleva a una mujer: la vocación de servicio ciudadano".

"Yo siempre he tenido facilidades por parte de mis superiores y mandos intermedios, que nunca han visto con recelo que una mujer estuviera al mando", algo que ya en la calle también se observa, apostilla Eulalia, no sin antes reconocer a Efe que para llegar a esto "ha habido que batallar mucho".

Comisaria desde hace cuatro años, González ha pasado varios destinos y ha sido la máxima responsable de la Policía en dos comisarías de Tenerife. Ahora desarrolla su trabajo en los servicios centrales.

Ambas reconocen que ningún puesto de la Guardia Civil ni de la Policía se resiste a la mujer y, así, unidades tradicionalmente integradas solo por hombres, como los antidisturbios, seguridad ciudadana o pilotaje de helicópteros, ya cuentan con presencia femenina.

Frente a lo que ocurre en el sector privado, las mujeres de estos cuerpos no tienen que sufrir las diferencias salariales con los hombres que ocupan sus mismos puestos.

Una ventaja de estas dos mandos con respecto a las altas ejecutivas de la empresa privada, con las que sí tienen en común haber sido de las pocas mujeres que alcanzan puestos de elevada responsabilidad.

Sólo una mujer es comisaria principal en la Policía frente a 145 hombres. En el cuerpo hermano, no hay generalas y solo ocho son comandantes, frente a 242 hombres.

Las dos se han ganado su puesto a pulso, pero tienen claro que lo han conseguido de la misma forma que cualquiera de sus compañeros.

Y creen que aunque se ha avanzado mucho, todavía quedan cosas por hacer, sobre todo en la educación para erradicar de una vez por todas los clichés de ser "una buena profesional, maravillosa madre, mejor cocinera que la suegra y estar divina de la muerte".

"La mujer no tiene que llegar a todo porque nadie llega", zanja Lola Jiménez. EFE

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