Lorca, "con el miedo en el cuerpo" y la esperanza de salir adelante

  • El terremoto de 2,9 grados en la escala Richter que vivió anoche Lorca ha traído a sus vecinos recuerdos trágicos y les ha dejado "con el miedo en el cuerpo".

Virginia Vadillo

Lorca, 20 dic.- El terremoto de 2,9 grados en la escala Richter que vivió anoche Lorca ha traído a sus vecinos recuerdos trágicos y les ha dejado "con el miedo en el cuerpo".

Sin embargo, los lorquinos tienen claro que la vida sigue y que la normalidad debe imperar en una ciudad aún cubierta de escombros.

Siete meses después de los terremotos del pasado 11 de mayo, el temblor que volvió a poner en tensión a las 23:30 horas de ayer a los lorquinos era el tema de conversación en el barrio de La Viña, el más afectado por los seísmos de mayo.

Esta vez no ha habido daños materiales, pero sí "psicológicos", ha explicado a EFE María, una de las vecinas, que ha apuntado que "el ruido fue igual que el que se oyó en mayo, idéntico".

El recuerdo de aquella tarde, han destacado varios lorquinos, provocó anoche numerosos ataques de ansiedad: "A mi hija era imposible calmarla", ha asegurado Paqui, que ha declarado que varios miembros de su familia toman calmantes y medicamentos para conciliar el sueño desde hace meses.

Otros, como Catalina, dicen sufrir depresión desde que perdieron sus casas. "Aquello parecía el fin del mundo, así que ¿cómo no vamos a tener miedo?", ha lamentado.

Por eso, algunos lorquinos, como Raquel, se planteaban hoy si llevar a los niños al colegio o no. "Pero tenemos que seguir haciendo vida normal", ha insistido, y ha asegurado que cuando su hija le preguntó anoche qué estaba pasando, le dijo que no ocurría nada.

Lo mismo hicieron Francisca y Juan, que tenían a su nieta de siete años durmiendo en casa. "Nos pasmamos de miedo. Estábamos en pijama y nos vestimos, esperando que viniera otro temblor más gordo, como pasó en mayo. Pero al final decidimos no movernos de casa. ¿Dónde íbamos a ir, tan tarde y con la chiquilla durmiendo?", han relatado.

También Encarna ha dormido vestida esta noche. "Por si tenía que salir corriendo", ha matizado. "Desde mayo pienso constantemente en si volverá a temblar la tierra. Pero hay que vivir con ello y seguir adelante, no queda otra", ha añadido.

Antonio, que regenta un bar en La Viña, ha apuntado que el miedo estaba hoy presente en todas las conversaciones. "Es un momento delicado, la ciudad aún no se ha recuperado, hay muchas familias todavía fuera de sus casas y muchos negocios cerrados y, después de lo que vivimos en mayo, cualquier temblor te genera la duda de si aquello se va a volver a repetir".

A pesar del miedo, los lorquinos tienen claro que hay que seguir avanzando, que la ciudad debe recobrar la normalidad, y cada uno lucha por ello a su manera.

Una mujer empuja su carrito de la compra delante de un edificio apuntalado, varios jubilados toman café a la puerta de un local con la fachada aún cubierta de grietas, y en cada calle grupos de obreros van recomponiendo lo que destruyó el terremoto.

Y un deseo se repite de forma constante entre todos los testimonios: "Esperemos que el temblor de ayer sea el último".

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