Torrevieja (Alicante), 7 jul.- Las personas de avanzada edad pueden presentar alteraciones a la hora de percibir que tienen sed, por lo que corren el riesgo de beber menos agua y su hidratación es inferior a la recomendada.
Así lo ha advertido hoy el especialista de Medicina Interna del Hospital USP San Jaime de Torrevieja, Javier Satorres, quien ha subrayado que "no hay que esperar a tener sed para tomar agua".
Según cifras que ha aportado este facultativo, sólo el 54 % de la población española se hidrata correctamente, y de éstos un 40 por ciento consume entre seis y diez vasos de líquido al día y "sólo el 14 % restante bebe la decena" como recomienda el Observatorio de Hidratación y Salud (OHS).
De hecho, según Satorres, la mayoría de las personas prefiere confiar en su percepción de sed y tan solo beben cuando sienten la necesidad.
Un error, a su juicio, ya que se calcula que entre el 20 y 25 % del agua que consume el ser humano proviene de los alimentos y el resto de las bebidas.
Esta insuficiente hidratación puede agravarse en el caso de las personas mayores, muchas de las cuales a partir de los 60 años pierden la percepción de sed.
Además, en condiciones ambientales adversas, como puede ser el verano, "mojarse los labios y beber una pequeña dosis puede engañar a la percepción de sed" de este colectivo.
"Una de las medidas más importantes para contrarrestar las altas temperaturas y prevenir los denominados golpes de calor es beber agua abundantemente, y no debemos esperar a tener sed para tomar agua", ha reiterado este especialista.
Ha explicado que en condiciones normales y para protegernos del calor, "el termostato interno de nuestro organismo produce sudor que se evapora y refresca el cuerpo".
Sin embargo, los días de calor intenso obligan al cuerpo humano a realizar "un esfuerzo importante de adaptación" para mantener la temperatura corporal normal.
"Es ahí cuando hay que incidir en la hidratación, sobre todo en niños, ancianos y mujeres embarazadas que son más susceptibles a sufrir una deshidratación", ha apuntado Satorres.
Sus síntomas, además de la sed, aparecen en forma de calambres, agotamiento, malestar, dolor de cabeza, náuseas y vómitos.
Refrescarse cuantas veces sean necesario, beber agua aunque no exista sensación de sed, protegerse de la exposición directa al sol y evitar realizar esfuerzos físicos en las horas de más calor son algunas de las recomendaciones.
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