Los niños malos del cine

    • 'Hijo de Caín' reincide en el subgénero de los menores perversos con la historia de un adolescente que destroza la vida a toda su familia.
    • El filme se une a toda una tradición de películas sobre críos malvados donde destacan títulos como '¿Quién puede matar a un niño?', 'La profecía' o 'El buen hijo'.
Imagen de `Hijo de Caín´
Imagen de `Hijo de Caín´
Lainformacion.com
Julio Vallejo | aviondepapel.tv

El séptimo arte ha cuestionado en numerosas ocasiones la inocencia de los menores de edad. La película Hijo de Caín, basada en la novela homónima de Ignacio García-Valiño, reincide en el asunto a través de la historia de Nico, un chaval que destruye la vida de su aparentemente modélica familia.

El director Jesús Monllaó se ríe de ciertas explicaciones psicológicas del comportamiento de su protagonista para mostrarnos a un chico que es la encarnación del Mal.

En el fondo, la cinta, como gran parte de las películas sobre críos perversos, nos demuestra que detrás de una apariencia más o menos angelical se puede encontrar el mismo demonio.

Casi literalmente se lo tomó el director Richard Donner en La profecía. Con más mala leche de la que parece, el hijo del Diablo acababa en el seno de la influyente familia de un diplomático norteamericano. Una situación que le allanaba el camino hacia su objetivo final: conquistar el mundo.

La mirada a cámara del pequeño al final de la película queda en la retina como uno de los momentos más inquietantes de la historia del cine.

La influencia de la cinta y sus secuelas ha quedado patente en títulos menos interesantes como Expediente 39, que mostraba a una cría diabólica en el más amplio sentido de la palabra.

En otros casos, el maligno prefería apoderarse de los cuerpos cándidos de niñas inocentes, como la pobre Megan de El exorcista. No obstante, la gran pantalla nos ha enseñado que no siempre hay que buscar razones sobrenaturales al comportamiento perturbado del protagonista.

Así nos lo reflejaron El hijo del mal, donde los celos por la llegada de una nueva hermana provocan el cambio en la conducta de un chaval sumamente inteligente, o El buen hijo, una cinta sobre un crío, encarnado por un inquietante Macaulay Culkin, que disfrutaba pasándose de la raya.

Lo peor, sin embargo, no es encontrarte con un menor con malas pulgas, sino con una pandilla. Así lo puso de manifiesto Michael Haneke en La cinta blanca, un largometraje que muestra el comportamiento cruel de unos niños en un pueblo germano antes de la I Guerra Mundial.

El austríaco refleja de una manera sencilla y descarnada el huevo de la serpiente que provocaría dos conflictos bélicos en el transcurso de pocas décadas.

Alejada de la visión realista del Premio Príncipe de Asturias de Las Artes, los directores Wolf Rilla y John Carpenter aterrorizaron a las audiencias con un grupo de chavales albinos y medio extraterrestres en sendas versiones de El pueblo de los malditos.

El tono amenazante de los pequeños, su inteligencia y su desprecio por los terrícolas se han ganado un espacio propio dentro del subgénero de niños malvados.

Mención aparte merecen los inquietantes gemelos que juegan de manera nada inocente en El otro, uno de los clásicos de Robert Mulligan.

No obstante, la influencia de estas cintas en el subgénero es mínima si la comparamos con ¿Quién puede matar a un niño?, la película dirigida por Narciso Ibáñez Serrador con música de Waldo de los Ríos.

El largometraje sigue los pasos de dos turistas que llegan a una isla donde los menores de edad han acabado con los adultos. Ellos se convertirán en sus próximos objetivos.

La idea de la rebelión de los menores contra los mayores se convertiría desde ese momento en un tema recurrente que aparece de una u otra manera en largometrajes posteriores como Vinyan, Los chicos del maíz y sus secuelas, The Children o la reciente Juego de niños.

No se libran en esta clasificación de niños malvados ni los tiernos bebés. Ahí están para demostrarlo Estoy vivo, la historia de un nene monstruoso con dientes afilados, o Grace, donde un recién nacido vampiro le exige a su mamá que le alimente con sangre.

Incluso los nonatos pueden tener oscuras intenciones. Que se lo digan a la pobre Rosemary de La semilla del diablo.

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