Los "picaos" de San Vicente se flagelan en una penitencia

  • Las intrincadas calles de la pequeña localidad riojana de San Vicente de la Sonsierra acogen cada Semana Santa la tradición de los "picaos", en la que varios disciplinantes anónimos se flagelan para cumplir un ancestral rito penitencial, cuyos orígenes se creen anteriores al siglo XVI.

Rebeca Palacios

Logroño, 24 mar.- Las intrincadas calles de la pequeña localidad riojana de San Vicente de la Sonsierra acogen cada Semana Santa la tradición de los "picaos", en la que varios disciplinantes anónimos se flagelan para cumplir un ancestral rito penitencial, cuyos orígenes se creen anteriores al siglo XVI.

El prior de la Cofradía de la Vera Cruz de esta localidad, José Ramón Eguiluz, lamenta que se digan "barbaridades" sobre este culto y pide "respeto" a aquellos a que no comparten esta costumbre, según ha explicado a Efe.

La ermita protorrománica de San Juan de la Cerca de San Vicente, de 1.160 habitantes, acoge la sede de esta cofradía, cuyos estatutos datan de 1551, aunque, ha indicado su prior, este culto se remonta siglos atrás, a "tiempo inmemorial", sin que haya documentos que certifiquen su origen.

El disciplinante ha de ser varón, mayor de edad, católico y, si no es miembro de la cofradía, debe aportar un certificado de su párroco que acredite su sentido religioso.

Hasta el inicio de las procesiones de Jueves Santo y Viernes Santo, no se conoce el número exacto de penitentes ni su identidad ni los motivos de cada uno para participar en este rito.

Un hermano cofrade acompaña al "picao" para proporcionarle consejo y protección durante la procesión, aunque también hay disciplinas que se desarrollan dentro del templo de Santa María la Mayor, durante la hora santa del Jueves, o si la lluvia impide celebrar la procesión en la calle.

Cuando este rito solo se desarrollaba dentro de la iglesia, la regla de la cofradía establecía que la flagelación no podía durar más tiempo que el canto de un Miserere.

Los "picaos", que procesionan descalzos, visten una capa marrón sobre una túnica de lino blanco que les cubre el rostro y deja al descubierto la espalda, que es donde se golpean con un flagelo denominado "madeja", confeccionado con cuerdas de cáñamo de unos 80 centímetros y cuyo peso oscila entre 850 y 950 gramos.

En la procesión de Jueves Santo, por la tarde, los disciplinantes recorren unos 900 metros, mientras que en el vía crucis del Viernes Santo, por la mañana, completan una distancia de hasta tres kilómetros por el camino del calvario.

Cientos de visitantes se arremolinan cada Semana Santa en la calles de esta localidad para conocer una tradición declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2005, aunque San Vicente también merece una visita por su puente medieval, su fortaleza del siglo XII y el afamado vino de sus bodegas.

Cada penitente puede llegar a infligirse entre 750 y 950 golpes a ambos lados de la espalda, hasta que su acompañante considera que ya ha cumplido la disciplina y avisa al "práctico", que es un miembro de la cofradía encargado de "picar" la piel de las lumbares.

Para ello, se utiliza una "esponja", que es un utensilio de cera virgen que tiene incrustados seis cristales en forma de estrella, de modo que cada disciplinante recibe doce pinchazos, como símbolo del número de los apóstoles.

Después, con una "madeja" distinta, el "picao" se vuelve a dar otra veintena de golpes y, acompañado por su padrino, regresa a la sede de la cofradía, donde limpian sus heridas únicamente con agua de romero, hecha por los "prácticos" y mantenida al sereno durante 24 horas.

La "esponja" se deshecha después de cada uso, mientras que las segundas "madejas" y las túnicas se desinfectan en la lavandería si se han manchado de sangre.

La "mesa de la disciplina" es un organismo formado por miembros de la cofradía, que, según su prior, pueden impedir participar en este rito a un posible penitente si no le ven preparado para ello.

La cofradía de la Vera Cruz de San Vicente cuenta con unos 150 miembros, de los que 50 son mujeres, quienes también participan en las procesiones como "Marías" y, así, tres de ellas recorren las calles descalzas, con el rostro cubierto y ataviadas con el manto de la virgen de los Dolores.

Mostrar comentarios