Los ríos quieren recuperar su cauce

  • El plan nacional de restauración de ríos deja atrás el uso exclusivo de estos ecosistemas como canal de transporte de agua.
Sara Acosta

Cuando en los años cincuenta aún se moría de hambre en España, la gestión de los ríos se antojaba crucial para el abastecimiento, la agricultura y el consumo. A ello se añadía la extrema irregularidad de los tránsitos de lluvia y sequía, un mal que sigue atenazando los incontables planes hidrológicos. La creación de presas fue la respuesta más contundente al capricho de las lluvias. De las 1.200 presas de gran capacidad que graban con su piedra el curso de los ríos, unas 450 son anteriores a 1960, y más de 100 ya existían en 1915, según cifras del Ministerio de Medio Ambiente.

Ahora, la legislación quiere transformar del uso que se ha dado a los ríos en los últimos 50 años, es decir, que no sólo sean canales de transporte y de abastecimiento de agua, sino devolverles sus funciones de ecosistema e incluso acercarlos a los ciudadanos, que cada vez más exigen aguas limpias de vertidos y barreras para actividades de ocio, como un simple baño o la práctica de la pesca. Precisamente Austria, el país más avanzado en Europa en este sentido, ofrece ríos inmaculados de agua potable.

“Hasta ahora, los planes nacionales sólo hablaban del agua que teníamos que utilizar como usuarios, ahora los nuevos planes hidrológicos consideran el medio ambiente un usuario más que tenemos que proteger”, explica Rafael de la Fuente, experto en agua y director general de la consultora de ingeniería ambiental Ambisat.

La compañía acaba de terminar la restauración del río Tajo. Sobre la mesa de los expertos se acelera el debate sobre si en pleno cambio climático, que augura mayores sequías en España, es necesario seguir construyendo presas o racionalizar el uso del agua. De ahí la creciente demolición de azudes (pequeñas presas que bloquean el flujo de los ríos). En 2009 se demolieron 60 azudes de las cuencas del Cantábrico, del Miño-Sil, del Duero, del Tajo y del Segura, que han permitido recuperar la continuidad de más de 120 kilómetros de río.

De la excesiva regulación de los ríos se está evolucionando hacia la recuperación de estos ecosistemas mediante bioingeniería, es decir “recuperar el flujo con los propios recursos del ecosistema en vez de utilizar hormigón”, explica de la Fuente. Para ello, se estudia la población vegetal de la zona para replantar con las mismas especies, así como recuperar los meandros de los ríos, cruciales para frenar una inundación.

“Para que no se erosionen sus márgenes, hay que dejar que se expandan, si haces un canal, cuando llueve mucho y hay un canal recto llega la inundación de alguna zona, pero si tiene meandros, las llanuras de inundaciones propias del río repartirá el agua”, añade De la Fuente.

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