Los suecos se rebelan contra los apellidos terminados en ‘son’

  • Desde 2002 las solicitudes para modificar los registros se han duplicado. Por casi 200 euros los Johansson, Andersson o Karlsson pueden llamarse Adriano, Swedenrose o Flowerland.
lainformacion.com

Sólo hay que echar un vistazo al ránking de apellidos más populares que recopila el Gobierno sueco para darse cuenta de la ubicuidad del sufijo -son en cada uno de ellos. Hay que bajar la mirada hasta la posición 17 para encontrar uno terminado en -berg, en -strom en el 21 o un -gren justo a continuación. Por eso no es extraño que los suecos hayan declarado la guerra a una de sus más reconocidas señas de identidad.

Johansson, Andersson y Karlsson son los más comunes. El motivo de su omnipresencia se debe a que, antigüamente, los suecos añadían la terminación -son al nombre de su padre cuando nacía un niño o dotter cuando se trataba de una niña. Lars, hijo de Karl, pasaba a llamarse Lars Karlsson; y Lisbet, Lisbet Karlsdotter hasta el matrimonio.

Existen ciertas restricciones a la hora de escoger un nuevo apellido. El Gobierno sueco deniega el uso de marcas registradas, como Coca-Cola, apellidos como Bernadotte, de la Casa Real sueca; o aquellos que son considerados obscenos. Tampoco es posible elegir, por ejemplo, los de Obama o Donadoni, del jugador de fútbol italiano.

El capricho no es gratis. Cuesta casi 200 euros, pero sólo el año pasado hubo 7.257 cambios de apellido y desde 2002 las solicitudes se han duplicado, según informa The New York Times. El momento que suele elegir muchos para hacerlo es el matrimonio porque las mujeres tienen que adoptar el apellido de su marido por ley.

Mientras unos bucean en los antepasados familiares para encontrar uno original, otros se inspiran en los nombres con sonido mediterráneo (Adriano, Bovino) o inglés (Swedenrose, Flowerland). Y hay quienes directamente se lo inventan, claro.

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