Malagasy Gospel, el juego de cantar por el derecho a ejercer de niños

  • María Ruiz.

María Ruiz.

Granada, 20 dic.- Las niñas de la coral Malagasy Gospel, de entre 13 y 20 años, abandonan sus casas de paja de Tuléar (Madagascar) para desgarrar emociones en una gira de conciertos por España organizada por la ONG Agua de Coco, en la que ponen voz y ritmo a la defensa de los derechos de la infancia.

La Malagasy Gospel es un coro y muchas otras cosas, una agrupación de niñas negras, algunas con diferentes discapacidades, y de voces blancas con mensajes importantes, porque cantan para poner voz a la defensa de los derechos de la infancia en un país, Madagascar, en el que 1,8 millones de niños dejan de serlo para trabajar.

La ONG granadina Agua de Coco fundó la coral, que ya ha superado el medio millar de conciertos en diferentes países del mundo, para ofrecer otra manera de ver las cosas a niños explotados y dedicados a la extracción de sal en minas.

Las niñas de la Malagasy Gospel han tomado Granada como sede base desde la que se mueven a los conciertos por Andalucía, como el que ofrecieron ayer en Almería o el de esta noche en la ciudad de la Alhambra, y dividen su tiempo entre ensayos, juegos y la actividad educativa por la que conocen los escudos de los municipios por los que giran o la ubicación de las ciudades españolas.

"Los resultados son muy buenos después de 500 conciertos por el mundo. Es una coral de voces blancas de unas niñas que vienen de una situación de pobreza extrema y trabajo infantil. No es lo que se oye, es lo que se siente", ha explicado a Efe el presidente de Agua de Coco, José Luis Guirao.

Con una tremenda sonrisa, las artistas de la gira se reúnen en un patio ordenadas, curiosas, tímidas y observadoras, y se centran en ser lo que son, niñas, con un juego que parece el corro de la patata pero al estilo malgache, los naturales de Madagascar.

La organización no las elige por su talento musical, que sobra en la Malagasy Gospel, ya que premia "méritos personales, vienen porque han estudiado, han ayudado a sus hermanos, a sus familias", ha detallado Guirao, que incide en que es "una experiencia única, porque nunca han salido de sus casas de paja, y las va a consolidar como mujeres, como personas".

Vestidas con colores que recuerdan a su tierra africana, formadas como coro y a ritmo de "gospel", sus canciones defienden los derechos de los niños, pero también la interculturalidad, el papel de la mujer y la integración de discapacitados.

El mejor ejemplo del esfuerzo por integrar a discapacitados en un país que no cuida de sus niños está en su solista, Louis Harris, un joven ciego con minusvalía que ve al público sin ver y que, cuando viene a España, se arranca por Antonio Molina para entonar el "Soy minero".

Harris suple sus dificultades para moverse y hablar con emociones y explica que le gustan las canciones españolas, porque "ve más" al público, "que le aplaude". Una sensación que le gusta casi tanto como la comida nacional.

Durante los últimos ocho años, alrededor de 200 niñas malgaches han conocido el concepto de infancia del primer mundo para volver a Madagascar y ejercer de embajadoras, para contar en su país lo que representa ser un niño, sus derechos, al cruzar la frontera.

"Lo que más me gusta es la actividad con otros niños, las piscinas de agua caliente y comer todos los días. Madagascar también está muy bien, porque jugamos mucho y comemos una vez al día en el colegio", cuenta con una sonrisa infinita Raharinirina Fanomezantsoa, uno de los ángeles negros de la Malagasy Gospel.

La coral actúa esta noche en Granada con un repertorio que incluye villancicos y seguirá la gira por Sevilla, El Escorial y Madrid, para recaudar fondos que se destinarán de forma íntegra a proyectos educativos con los niños malgaches.

Igual que la música permite a Harris ver, el movimiento y la calidez de las voces de este coro trasladan al público sonrisas, ternura, sensaciones. Porque como dice Guirao, no es lo que se oye, es lo que se siente. EFE

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