Bajo el lema "Santiago respira", el plan busca reducir los niveles de contaminación ambiental en la capital chilena, una ciudad de más de seis millones de habitantes que el año pasado vivió su primer episodio de emergencia ambiental en 16 años.
"Hoy lanzamos este plan que es el conjunto de medidas que nos permitirán mejorar la calidad del aire que respiramos", aseguró el ministro de Medio Ambiente, Pablo Badenier.
El plan, que será sometido a consulta pública, contempla mayores exigencias ambientales para el transporte y el control de emisiones en las plantas de revisión técnica, además de incentivos tributarios a la compra de vehículos híbridos y eléctricos.
También restringe la circulación de los automóviles más antiguos en episodios críticos de contaminación, entre los meses de mayo y agosto, cuando se elevan los niveles de polución en Santiago al darse una menor ventilación.
La normativa prohíbe, asimismo, el uso de calefactores y cocinas a leña en el centro de Santiago.
Además, crea un fondo verde para la ciudad, donde se contempla la creación de 300 km de ciclovías y 3.000 estacionamientos para bicicletas.
El 21 de junio pasado, Santiago vivió su primera "emergencia ambiental" en 16 años producto de los altos índices de polución, una medida que paralizó al 40% del parque automotor de la cuidad.
La calidad del aire ese día ponía en riesgo la vida de los niños más pequeños y los adultos mayores, de acuerdo a las autoridades.
La "emergencia ambiental" es la medida máxima de alerta que contempla la legislación chilena cuando los niveles de polución sobrepasan el nivel 500 de Material Particulado 2,5.
Encajonada entre varios cerros, la ubicación geográfica de la capital chilena dificulta su ventilación.
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