Niñas a la venta: entre la esclavitud sexual y el matrimonio precoz (2/2)

  • (Página 2 de 2).

¿Simple dote o pura venta para el matrimonio?

Aunque Unicef no considera el matrimonio precoz venta de menores. Lo hace así de acuerdo con el Protocolo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a su venta para su explotación sexual, pornográfica o el tráfico de órganos, firmado en 2002.

“La venta a maridos a cambio de una dote dentro de su cultura no se interpreta como una venta. Para ellos es simplemente una dote a cambio de la cual das a una niña que puede ser menor de edad”, justifica Carmen Molina, directora de Cooperación de Unicef España.Eso no significa que esta organización apruebe el matrimonio precoz. De hecho, asegura que viola los derechos humanos y un informe de la ONU del pasado octubre advierte de que estas uniones forzadas de niñas puede aumentar en los próximos años. En 2010 fueron 14,2 millones y el Fondo de Población de Naciones Unidas cree que en 2030 pueden ser 15,1 millones matrimonios precoces por año, con Asia y el África subsahariana como los más afectados.

Patricia Rodríguez opina que no necesariamente son dos asuntos separados la venta de pequeñas y la tradición de la dote. “Hay veces que no es que sea una dote, es que es por pago de una deuda y ellos lo consideran dote. Para mí eso es tráfico, es una transacción económica”. Y añade: “Las dotes suelen ser animales, telas buenas, dinero”.

Forzadas a la prostitución o la pornografía

Por lo que respecta a explotación sexual, ahí es donde Unicef habla específicamente de la venta de menores. Por ello, trabaja estrechamente con legisladores y policía además de tratar de concienciar al sector turístico en los países donde existe el llamado “turismo sexual”, principalmente Asia.

“Se informa a los turistas, porque muchos piensan ‘ah, mira: en este país son más liberales’ o ‘es que aquí tienen otro concepto de la sexualidad o la empiezan [a desarrollar antes]’. Se justifican con miles de ideas que no son reales, claro”, asegura Molina.

Rodríguez cuenta que en Togo antes mandaban a niñas a Gabón para explotarlas sexualmente, y apunta que otro problema para evitar estas mafias en la región de África Occidental es la dificultad de vigilar debidamente de las fronteras.

En el caso de la “esclavitud doméstica”, valga este comentario de Patricia Rodríguez para hacerse una idea de las dificultades para combatirla: “Todo el mundo tiene a una niña así en su casa [en Togo], es algo normal. Es muy difícil [combatirlo], a no ser que se puedan demostrar malos tratos”. Así que a veces la única forma de librarse en la vida real de ser una cenicienta es que la esclava pueda ofrecer pruebas de los abusos físicos. La otra opción es huir, como han hecho algunas de las niñas que conoció Rodríguez.

Ahora que vive de vuelta en Madrid como responsable de proyectos de Misiones Salesianas, confiesa que las echa “muchísimo” de menos. “Las niñas son muy buenas, muy buenas”, presume orgullosa de varias decenas de chicas que ahora pueden disfrutar de una vida digna y ser dueñas de sí mismas.<< ANTERIOR 1 | 2

Mostrar comentarios