Nuevo baño de sangre en Siria para acallar las masivas protestas contra Asad

Enrique Rubio

El Cairo, 2 sep.- El primer viernes después del mes de ramadán devolvió a las calles a miles de sirios para reclamar la caída del régimen de Bachar al Asad, que contestó a las protestas con su habitual baño de sangre, saldado con al menos 16 muertos.

En el vigésimoquinto viernes consecutivo que Al Asad se enfrenta a masivas manifestaciones, sus fuerzas de seguridad y los "shabiha" (fuerzas irregulares leales al régimen) cercaron mezquitas para impedir a los fieles protestar tras la oración del viernes, la más importante de la semana, y apostaron francotiradores en los tejados.

Según explicó a Efe Hozam Ibrahim, portavoz de los opositores Comités de Coordinación Local, las convocatorias más multitudinarias se vivieron en la provincia de Rif Damasco (junto a la capital), que también registró el mayor número de víctimas mortales.

Nueve personas fallecieron en la represión de las protestas en cuatro localidades de esta provincia: Duma, Kfar Batna, Hamuriya y Arbín, donde un niño de 12 años figura entre las víctimas.

En la provincia de Homs (centro) cuatro personas perdieron la vida, entre ellas otro menor de edad, mientras que en Deir al Zur (noreste) murieron otros tres manifestantes, según informó Ibrahim.

"La gente ya no tiene miedo. Las manifestaciones han sido reprimidas con extrema violencia, pero esto no afectará a la voluntad del pueblo sirio para continuar con sus marchas y protestas", explicó el activista.

Las manifestaciones llegaron en paralelo al anuncio de que la Unión Europea impondrá un embargo a todas las importaciones de crudo sirio con el objetivo de aumentar la presión sobre el régimen de Al Asad.

Los Veintisiete decidieron también ampliar la lista de personas y entidades sancionadas por servir de apoyo a la represión gubernamental.

Ibrahim dio la bienvenida a estas medidas, aunque consideró que todavía "se quedan cortas", ya que lo que está esperando la oposición en el país árabe es "un anuncio explícito de que se le retira la legitimidad al régimen".

Pese a estas y otras medidas de presión internacional, no parece que la sangrienta campaña del régimen contra los opositores se haya mitigado ni un poco.

Un testigo presencial de una de las manifestaciones, identificado como Yusef, relató a Efe por teléfono que las fuerzas de seguridad dispersaron a balazos la protesta en la que participaba en la ciudad de Rastan, en la provincia de Homs.

Yusef señaló que la multitud coreaba consignas como "el pueblo quiere ejecutar al presidente" o "el pueblo quiere la caída del régimen", en la jornada que fue bautizada como el "Viernes de antes la muerte que la humillación".

Yusef denunció que las fuerzas leales a Al Asad están "torturando a los detenidos hasta la muerte y perpetrando crímenes inimaginables", por lo que pidió la intervención de la comunidad internacional a través, para empezar, de un bloqueo aéreo.

Mientras, en Deir al Zur (noreste), uno de los principales bastiones de la disidencia, salieron manifestaciones en varios barrios de la ciudad pese a las grandes medidas de seguridad, según explicó por teléfono a Efe Sahib, un activista de la oposición que vive en esa localidad.

"Las fuerzas de seguridad y los 'shabiha' están cercando las mezquitas para evitar las manifestaciones", señaló Sahib.

Al tiempo que llegaban noticias acerca de las atrocidades cometidas por las autoridades, la agencia oficial SANA, portavoz del régimen, abría la portada de su página web con una foto que mostraba una noria y niños jugando, bajo el título "Las vacaciones de Aid el Fitr dan un respiro a los sirios".

Además de esa noticia, SANA informó de que tres miembros de las fuerzas de seguridad murieron hoy por disparos del "grupos terroristas" en Hamuriya y Arbin, en la provincia de Rif Damasco, y en Telbisa, en la provincia de Homs.

Asimismo, señaló que cuatro hombres armados habían sido abatidos en ese enfrentamientos.

Sin embargo, el bloqueo que mantiene Siria para el libre acceso de la prensa internacional al país hace que resulte imposible verificar de forma independiente esta información o los datos proporcionados por los opositores.