Pablo Iraburu: "El muro se ha convertido en un símbolo de nuestra cultura"

    • Pablo Iraburu y Migueltxo Molina se adentran en una profunda reflexión sobre las vidas de las personas que viven a ambos lados de distintos muros, para demostrar que, en esencia, todos somos iguales
    • "Queremos contar en la película que los muros nos dividen, pero el que está a un lado y al otro, si se pusieran a conversar, encontarían muchas cosas en común", subraya el director Pablo Iraburu.
El director de Muros, Pablo Iraburu
El director de Muros, Pablo Iraburu

Pablo Iraburu y Migueltxo Molina, directores de 'Muros', una coproducción de Arena Comunicación y Txalap.art, se centran en tres de los múltiples puntos calientes que actualmente se reparten por el mundo: el muro que separa Sudáfrica y Zimbabwe, el muro que aísla Estados Unidos de México y la valla que sirve de frontera entre Europa y África en la ciudad autónoma de Melilla.De este modo, 'Muros' construye un relato íntimo de sus vidas para llegar a la conclusión de que todos compartimos los mismos sueños, miedos, pensamientos y emociones sin importar en qué lado del muro te encuentres. LaInformación.com habla con Pablo Iraburu sobre los muros, la inmigración y las historias a ambos lados de los muros.-En el mundo hay alrededor de 40 muros, ¿por qué habéis elegido estos tres?Podíamos haber repetido la película cerca de 15 o 20 veces y hacer 15 o 20 películas diferentes. A principio del proyecto, hicimos una lista de los lugares en los que podíamos rodar y nos salían unos 43. Ahora, tres años después hay más de 50. Elegimos tres historias que están en tres continentes diferentes y creemos son identificativos de lo que pasa.-Uno de los escenarios que habéis seleccionado es Melilla. De la comunidad autónoma conocemos dos aspectos: por un lado la situación de los migrantes que cruzan la valla y por otro, las portadores. ¿que mirada buscastéis en Melilla?Los datos de lo que sucede en Melilla ya se conocen. Queríamos aportar un acercamiento a esos nombres que hay detrás de los números. Cuando hablamos de números no sentimos ninguna emoción relacionada con ese número. No te caen bien ni mal porque no sabes quienes son. Queríamos aportar esa visión humana de la historia. No solo en Melilla sino en todas las historias.-¿Usasteis pasaporte o cruzasteis ilegalmente?Durante el rodaje te sientes muy cercano a los personajes porque nosotros hicimos exactamente lo mismo que ellos. Hemos cruzado ilegalmente y luego hemos vuelto corriendo.-¿Cómo fue el rodaje?No pensé que sería tan complicado. Las fronteras son complejas, lugares militarizados, sitios peligrosos... Probablemente hayamos pasado por situaciones peligrosas, pero yo, personalmente no me he dado cuenta.-¿Fue difícil convencer a los protagonistas de 'Muros' de que contaran su historia?El personaje pasa a formar parte del equipo de rodaje. En ningún momento le decimos que tienen que hacer o decir. Al revés, ellos caminan y nosotros les seguimos. Cuando ven que tienen el mando, la actitud es distinta a la habitual en un rodaje donde el director le dice al actor qué tiene que hacer.-¿Con cuál de las tres historias te quedas?Yo tengo debilidad por las dos mujeres Gariba, la chica marroqui, que es una mujer delicada, elegante, preciosa que levanta un bulto que yo sería incapaz de levantar. Y Karen, en México, una mujer chiquitita pero con un gran aguante. Lo que más me ha sorprendido es la fortaleza de las mujeres.-Militares, guardia civil, agentes de seguridad...son quienes dan la bienvenida los migrantes, son la primera personas que ven. ¿Qué sienten los refugiados cuando son recibidos con palos?Es muy distinto ver la realidad desde los dos puntos de vista. Cuando rodamos en Melilla, en España estaban poniendo la concertina, los migrantes en el monte Gurugú lo interpretaban como algo positivo, porque implicaba que al otro lado estaban pasando grandes cosas. Cuando llegan a Melilla, llevan tres o cuatro años cruzando el desierto, la valla es el último de los obstáculos. Una vez que saltan, saben que habrá un tío al otro lado, que probablemente les pegue. Pero igual que los que saltan comprende que les van a pagar, el que pega comprende que no les queda más remedio que saltar. Lo que pasa en Melilla es muy violento y con mucha brutalidad, pero ambos lados entienden cuál es el juego. A mi lo que me parece terrible es que los ciudadanos pidamos a los agentes que lo hagan.-La religión o la comida son elementos que están presentes en las tres historias y que de algún modo nos ayudan a humanizar la vida detrás de los muros. ¿por qué os fijasteis en esos elementos?Desde el principio buscamos elementos de paralelismo y continuidad como el sol que están en todas partes, el agua o la comida. Durante el rodaje también surgió la visión trascendental. Todos nuestros personajes creían en algo del más allá: llámale Alá, Dios, Jesús o como quieras. Cada uno tiene su forma de expresarse. Cada uno le llamamos de manera diferente pero todos somos en cierto modo lo mismo. Es lo que queremos contar en la película: los muros nos dividen pero el que está a un lado y al otro, si se pusieran a conversar, encontraríamos muchas cosas en común. Y la religión es una de ellas.

-El estreno de documental coincide con la mayor crisis migratoria desde la II GM. Tristemente, en muchos países estamos escuchando que los refugiados vienen a robarnos y a quitarnos el trabajo. ¿Crees que poner nombre a las cifras ayuda a humanizar esta crisis y puede mover conciencias entre la sociedad?No hemos querido hacer una película política ni ofrecer ninguna moraleja pero si queremos que la gente se pare a pensar en esas personas. Nosotros también hemos emigrado. Es un asunto de supervivencia. El que viene no lo hace porque en Europa hay WIFI, viene porque no le queda más remedio. Nadie quiere abandonar su casa, si lo hace, es por algo terrible.-Además, coincide con el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín pero también con la construcción de más muros como el de Hungría. ¿Hacia donde se dirige la humanidad, construiremos o derrumbaremos muros?El muro se ha convertido en un símbolo de nuestra cultura. Ahora hay más que nunca, pero probablemente en diez años haya aún más. Me gustaría pensar que la construcción de muros va a acabar, pero la realidad es que mientras hablamos, están construyendo más muros. Botsuana, Yemen, Corea...los muros son un fenómeno global. Tristemente tendemos a que el mundo pase a ser un espacio amurallado en el que para que unos vivan bien, y otros no tanto, se levante una valla para separarlos.

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